Mercosur-Alianza del Pacífico: convergencia auspiciosa

Columna
Clarín, 25.07.2018
Roberto García Moritán, embajador (r) y ex viceministro de RREE argentino
 La gradual convergencia de ambos bloques parece responder mejor a los tiempos de turbulencias comerciales y de creciente proteccionismo

Los organismos de diálogo y concertación política en América Latina y el Caribe están en un estado de descrédito. La Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), se encuentra al borde de la desaparición. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), por los escuálidos resultados desde su creación en el 2010, va lamentablemente en la misma dirección, al no haber logrado consensos básicos entre los 33 miembros en temas centrales para la estabilidad política y el desarrollo económico de la región.

La historia de cada espacio, que muestra una dispersión de objetivos y hasta de desarrollos apresurados, pone en evidencia la improvisación en fijar prioridades estratégicas que permitan a América Latina negociar mejor como bloque a escala global.

Una de las razones de la crisis de ambas instituciones regionales es la polarización entre las naciones democráticas y aquellas que han asumido un drástico giro autoritario con graves violaciones a los derechos humanos.

Merece, en cambio, ponderación la visión y el enfoque integracionista del Mercosur y la Alianza del Pacífico. La gradual convergencia de ambos bloques, que aglutinan a los 8 países económicamente más importantes de la región y que representan el 80% de la población y el 90% del PBI de América Latina, parece responder mejor a los tiempos de turbulencias comerciales y de creciente proteccionismo.

Un eventual espacio común de libre comercio y de regionalismo abierto, sería de enorme potencial estratégico y táctico para enfrentar conjuntamente un desafiante escenario internacional. Esa convergencia en la diversidad, servirá para medir el pulso de la futura integración de América Latina. Quizás su evolución sea un paso en el camino para dar más aire creativo a la Celac y a Unasur, en particular del Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento.

También a las iniciativas adelantadas en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi). La Aladi, que ha participado en 160 acuerdos regionales, podría también actuar como facilitador para revitalizar la agenda integracionista frente al dilema de la fragmentación que se observa.

Reinventar una agenda positiva es lo que hoy más necesita América Latina. La confluencia de los ejes Pacífico y Atlántico, compatible con la Agenda de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, puede ser la llave maestra a un proceso de alcance geopolítico particularmente significativo con importancia estratégica global. También serviría para establecer un mejor sistema de concertación política y eventualmente hasta podría constituirse como contrapunto aglutinador de las actuales diferencias regionales.

No hay comentarios

Agregar comentario