Política exterior chilena y comunicaciones

Jaime Undurraga M.[1]

Quisiera comenzar haciendo dos disquisiciones previas al tema enunciado. En primer lugar, estoy plenamente consciente que, en las relaciones diplomáticas, debe existir necesariamente la prudencia y el cuidado para que una serie de conversaciones en curso funcionen, sean eficaces y lleguen a los resultados buscados por las partes. Por eso, el correcto uso del lenguaje es importante. En segundo lugar, y esto no tiene que ver exclusivamente con las relaciones diplomáticas, hay que recordar que las comunicaciones jamás podrán reemplazar a la gestión. Muchos creen en las diversas organizaciones públicas o privadas que, cuando las cosas salen mal, fue un problema de comunicaciones y no saben reconocer que la comunicación era sólo el reflejo de algo mal hecho o mal pensado. Dicho lo anterior, no ha dejado de llamarme la atención el lenguaje usado por el Gobierno (tanto la Presidenta y como el Ministro de RREE) respecto a dos temas: las relaciones con Venezuela y la reacción a declaraciones de Evo Morales en la última Cumbre de las Américas.

Venezuela

En el primer caso, y frente a las presiones transversales de todo el espectro político para que el Gobierno Chileno repudie formalmente el atropello a los derechos humanos en Venezuela, la Presidenta y el Canciller han declarado que “el Gobierno frente a este tema está en una fase operativa y no declarativa”. ¿Qué significa esto? ¿Quiere decir que el Gobierno está haciendo gestiones reales para que cese el atropello a los derechos humanos en ese país pero que no quiere comunicarlas? ¿Qué está realizando algún otro tipo de acción en ese sentido? Si así fuere ¿Por qué no puede decirlo? ¿Qué tiene de negativo declarar públicamente las gestiones operativas que el propio gobierno reconoce que está supuestamente llevando a cabo?  ¿Por qué conviene no divulgar-declarar lo que hace? ¿O es porque no está haciendo nada? Si fuera por no molestar a alguno de sus aliados locales de la Nueva Mayoría, dudo que la “fase declarativa” sea la única que les moleste y no la “fase operativa”. En otras palabras, se percibe como una mera frase hecha para explicar lo inexistente. El problema es que se nota y se refuerza con la actitud del Gobierno con las dos esposas de los detenidos políticos venezolanos en estos días en Chile. Cero apoyo.

Bolivia

En el segundo caso, nos topamos con nuestro Canciller que le pregunta abiertamente al Presidente boliviano si acaso piensa no cumplir con el fallo de La Haya, a raíz de las declaraciones de Evo Morales ante la prensa. Si bien a primera vista la pregunta aparece correcta, creo que -en el fondo- no lo es. Chile ha declarado en todos los foros internacionales que la demanda boliviana no tiene ningún asidero; que los tratados son inamovibles; que el Tratado de 1904 fue legítimamente acordado; o que la Corte de la Haya no tiene competencia para revisar los tratados desde cierta fecha en adelante (pero acude igual). En otras palabras, que está seguro que el fallo va a ser favorable a Chile. Por eso, se atreve a desafiar a Bolivia al cumplimiento del mismo. Pero ¿Y si no fuere favorable a Chile o fuere parcialmente favorable a Bolivia? Bolivia podría entonces hacerle la misma pregunta a Chile y ¿Qué respondería nuestro Canciller?

Conclusión

Me parece que tenemos una seria dicotomía entre cómo nuestro gobierno formula la política exterior chilena y cómo la comunica a la opinión pública nacional e internacional. [1] Abogado y consultor de empresas.-

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