Struisvogelpolitiek (con sabor a empanadas y vino tinto)

Columna
El Líbero, 23.09.2016
Jorge Canelas, cientista político, embajador (r) y director de CEPERI

Es del idioma neerlandés (lengua muy familiar para nuestra diplomacia), que proviene el vocablo struisvogelpolitiek, aplicado a quien actúa como sin darse cuenta cuando algo malo ocurre, para continuar rutinariamente, haciendo caso omiso de ello. Traducido literalmente… eso mismo que usted ya adivina: LA POLÍTICA DEL AVESTRUZ.

La historia de las relaciones internacionales registra casos emblemáticos de la struisvogelpolitiek,  siendo el más famoso el que protagonizó el Primer Ministro británico Neville Chamberlain en el período de entreguerras, al optar por la política de apaciguamiento frente al auge del nazismo, con desastrosos resultados.

En Chile no faltan los cultores de la struisvogelpolitiek. Favorecen su ejercicio algunas particularidades del carácter nacional, como la sempiterna tendencia al uso de eufemismos, evadir llamar las cosas por su nombre o, simplemente, viendo un problema, mirar hacia el techo “para evitar conflictos”. Pero, como se ha probado una y mil veces, la política del avestruz nunca acaba con los problemas. Es lo que sucede con el conflicto limítrofe que se ha generado con Argentina, al cual las autoridades chilenas actuales insisten en aplicar la struisvogelpolitiek.

Sus orígenes están en la década de los 90, cuando se convino con Argentina una modificación al trazado fronterizo, aplicando mediciones más precisas y actualizadas. Pero lo que se acordó bilateralmente no fue comunicado de manera oportuna por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile a quienes se encargan de actualizar los mapas oficiales, haciéndolo finalmente con una tardanza de años. En el intertanto, una empresa minera chilena, utilizando la cartografía disponible, pero ya obsoleta, descargó material de desecho en territorio argentino, convencida que operaban en Chile, en un proceso que demoró varios años. Ahora, Argentina reclama que 52 hectáreas de su territorio han terminado convertidos en un basural, como resultado de lo que las autoridades chilenas han definido como “un error” (¿no será negligencia?). La semana pasada, el tema se trató en una audiencia conjunta de las comisiones de Relaciones Exteriores y del Medio Ambiente del Senado argentino, oportunidad en la cual el viceministro de Relaciones Exteriores fijó claramente la posición de su país, que demanda de parte del Estado de Chile una solución a lo que definen como una violación a la soberanía y una violación a la normativa medioambiental argentina. En la oportunidad, el vicecanciller Foradori declaró que el tema es un asunto que compete a los Estados y no se trata de un problema entre particulares. Todo indica que, tras años de haber aplicado la política del avestruz, el Estado de Chile deberá tomar cartas en el asunto y al parecer no se podrá postergar sine die la admisión de responsabilidad, ni se podrá dejar este problema como un legado más que la Nueva Mayoría dejará al próximo gobierno (junto a la gratuidad de la educación superior, la superación del déficit fiscal y la construcción de hospitales), entre otros.

La vigencia de la struisvogelpolitiek se manifiesta en la falta de solución a una variedad de temas, que van desde la modernización de la Cancillería hasta la elaboración de una política vecinal de largo plazo, pasando por la adopción de una línea clara de acción respecto de la defensa de los Derechos Humanos en Venezuela, sólo por nombrar algunos.

Al mismo tiempo que se ignoraban asuntos tan vitales, Chile enviaba una delegación de alto nivel a la Cumbre de Países No Alineados (sic) en la isla Margarita, Venezuela, ocasión en la cual Chile se comprometió, entre otros asuntos, a “democratizar” y refundar el sistema de Naciones Unidas, terminar con el bloqueo a Cuba, erradicar el terrorismo y resolver el problema palestino, entre otras tareas menores. Es de imaginar que las deliberaciones para acabar con el terrorismo debe haber contado con la activa participación de las delegaciones de Corea del Norte, Yemen, Cuba e Irán, por la experiencia acumulada por esos socios de Chile en esa prestigiosa organización de No Alineados.

En los mismos momentos en que nuestras autoridades se ocupaban de la Cumbre del NOAL en Venezuela, tenía lugar en Buenos Aires la audiencia del Senado dedicado a debatir el diferendo limítrofe con Chile, al cual nuestra Cancillería ha venido aplicando la política del avestruz durante años. Pero con las declaraciones del viceministro de RR.EE. argentino en la sesión conjunta del Senado, con la presencia de autoridades de San Juan y del embajador argentino en Chile, el genio salió de la botella. Ahora la política del avestruz no basta por sí sola; junto con activar la struisvogelpolitiek, las autoridades de la Cancillería deberán extremar la imaginación para “hacerse los suecos”, siguiendo el ejemplo de un par de personeros muy ligados al tema central de estos comentarios, para quienes el idioma neerlandés forma parte de su cotidianeidad…

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