Alberto entregado a Putin: definitivamente, el peor gobierno de la historia

Columna
PanAm Post, 03.02.2022
Marcelo Duclos, estudió periodismo (Taller Escuela Agencia) y maestría en Ciencias Políticas (Eseade)

El presidente argentino, ahogado por sus necesidades políticas y económicas, fue a pedir auxilio a un mandatario ruso complicado en el mapamundi occidental por el conflicto con Ucrania

Si hay un mandatario con el que ningún presidente de un país democrático y medianamente normal quisiera fotografiarse por estas horas es el ruso Vladímir Putin. Al borde del conflicto armado y la posible invasión a Ucrania, el mandamás del Kremlin está dispuesto a mostrarse con cualquier sujeto que ostente el título de jefe de Estado que le dé un poquito de aire de cara al mundo. Aunque sea el argentino Alberto Fernández.

Antes de arribar a Moscú, el subalterno de Cristina Kirchner recibió de varias organizaciones preocupadas por los derechos humanos en Rusia, diferentes informes que el mandatario argentino ignoró completamente. Sus necesidades pesan más que la coherencia progresista de su discurso doméstico. Según el presidente ruso, al que le fue literalmente a chupar las medias, muchas de las actividades públicas del hijo de su par argentino serían consideradas “propaganda homosexual”, no permitida por Rusia. Pero a Alberto Fernández no le importa nada de esto.

En un segmento bochornoso del intercambio, que se realizó ante las cámaras, Fernández le dijo que Argentina “tiene que dejar esa dependencia tan grande” que tiene con los Estados Unidos. ¿La opción superadora? La de Putin, claro. Para el presidente argentino, su país “tiene que abrirse camino hacia otros lados y ahí es donde Rusia tiene un lugar muy importante”.

Como si fuera poco, el presidente argentino le dijo a su interlocutor que esperaba que su país sirviera como “la puerta de entrada de Rusia a América Latina”. Deplorable comentario. Otra contradicción absoluta del abanderado de la “soberanía nacional”.

Para el kirchnerismo, los capitales europeos o norteamericanos, de empresas que nada tienen que ver con los intereses geopolíticos de los países de sus dueños, son una amenaza a la soberanía. Sin embargo, si el desembarco es ruso o chino, donde sí existen intenciones claras e intereses políticos, está todo bien. No pasa nada. Pueden poner bases científicas de utilidad militar, que no pasa nada. Ahora, si el FMI quiere cobrar una deuda, se trata de una inaceptable injerencia exterior.

La política exterior ha sido una de las peores calamidades de lo que, a esta altura, puede denominarse tranquilamente como “el peor gobierno de la historia argentina”. Hasta la fallida gestión de Mauricio Macri y Cambiemos tuvo en comparación con esta calamidad una política exterior que, comparando con todo esto, pareciera ser un lujo.

Quedan casi dos años de esta locura y serán muy largos…

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