Araujo, Bannon, Mondino

Columna
Infobae, 28.08.2023
Felipe Frydman, economista argentino, exembajador y consultor del CARI
Llaman la atención las declaraciones irritables y los adjetivos utilizados por el candidato Javier Milei para definir los rasgos de su hipotética la política exterior

Las singulares declaraciones sobre política exterior en las últimas semanas recuerdan las disertaciones de Ernesto Henrique Fraga Araujo, que fuera el primer canciller del presidente Jair Bolsonaro desde el 1 de enero de 2019 al 29 de marzo de 2021. Los discursos de Araujo nunca dejaron de asombrar por sus prodigiosos análisis sobre la situación internacional y sus esfuerzos para alinearse en una cruzada ideológica contra la globalización.

También pueden relacionarse con Steve Bannon politólogo y financista que formó parte del gabinete de Donald Trump durante los primeros siete meses de su mandato para ser despedido por competir con el primer mandatario en adjudicarse algunas iniciativas en materia internacional. Bannon al igual que Araujo entendían que sus funciones trascendían los intereses de sus países porque debían encolumnarse en la lucha contra las conspiraciones que amenazan la civilización occidental. Bannon, después de sus funciones en la Casa Blanca, se dedicó a recorrer el mundo para instar a diversos partidos políticos a formar una coalición identificada con el retorno al nacionalismo y liberalismo económico.

En un artículo publicado en 2017 titulado “Trump y Occidente”, Araujo afirmaba que Occidente es algo más que capitalismo y democracia. La lucha por Occidente es la recuperación de un pasado simbólico, de la historia y la cultura de las naciones occidentales. Araujo retoma el discurso de Trump pronunciado en Varsovia en 2017 diciendo que occidente está amenazado desde el interior y solamente podrá sobrevivir si recupera su espíritu poniendo al pueblo polaco como un ejemplo de resistencia y fe para luchar por su sobrevivencia. Los mismos principios son compartidos por Steve Bannon, quien acusa a una elite de promover una visión “globalista” para beneficiar los intereses corporativos en detrimento de las naciones.

La política exterior en la visión de ambos intelectuales es la continuidad de la lucha moral que se libra internamente contra los intereses enraizados en el Estado, los medios de comunicación y las empresas que promueven la visión globalista. Los partidos Vox en España, los Republicanos en Chile o Hermanos de Italia forman parte de esta alianza para rescatar el nacionalismo y los valores de occidente.

No deja de llamar la atención las declaraciones irritables y los adjetivos utilizados por el candidato Javier Milei para definir los rasgos futuros de la política exterior que, por otra parte, no se apartan de la metodología usada para caracterizar a sus “enemigos” en la contienda electoral. La Argentina se inscribiría en esa hipotética cruzada contra el comunismo, socialismo, social democracia, naciones unidas y todos aquéllos que no se ajusten a sus principios morales. Milei repite los mismos conceptos utilizados por Araujo y Bannon en sus discursos. La diferencia entre uno y otros es la frecuente referencia a las historias bíblicas que transforma la política en una religión y como tal en un dogma.

La nominación de Diana Mondino como futura canciller en un eventual triunfo del candidato de La Libertad Avanza contrasta con sus declaraciones más que abundantes en la televisión. Mondino es experta en finanzas y posee una explotación ganadera: se caracteriza por el pragmatismo para maximizar beneficios y no exhibe ningún posicionamiento ideológico. En sus intervenciones se destacan la preocupación por los desequilibrios macroeconómicos y en una de sus últimas apariciones agregó a título personal la necesidad de preservar el mercado chino para las exportaciones de carne de su predio.

El asesor Steve Bannon fue forzado a renunciar en agosto 2017 al igual que el entonces canciller Henrique Fraga Araujo en marzo 2021. El realismo del manejo de las relaciones internacionales donde el mundo es un dato terminó por imponerse en ambos casos sobre la vocación mesiánica de los representantes de Bolsonaro y Trump. Tanto uno como otro se dedicaron a proseguir la cruzada en defensa de la civilización occidental. Querer enrolar a la Argentina en ese hipotético enfrentamiento no solo sería un error, sino que implicaría abandonar los principios básico de una política exterior cuyos objetivos son la defensa y promoción de los intereses nacionales.

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