Boicot olímpico a China con la boca chica

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Republica, 07.12.2021
Inocencio F. Arias, embajador (r) y columnista español

Estados Unidos ha anunciado oficialmente que sus ministros o diplomáticos no acudirán a los Juegos Olímpicos de invierno en China. Es una reacción americana a las violaciones de los derechos humanos en esa nación. Sin embargo, dato importante, no se impedirá que los atletas estadounidenses acudan y participen.

Los boicots deportivos han emergido, con resultado diverso, en el siglo XX. España se retiró la I Copa europea de futbol de naciones cuando le tocó enfrentase a la Unión Soviética. Con un consejo de ministros dividido primó la consideración de que nuestro país no debía enfrentarse a otro que aún tenía en sus cárceles a españoles de la División Azul. Cuatro años más tarde, en 1964, nos tocó organizar ese torneo y en el gobierno franquista planeó la posibilidad ominosa de que nos tocara vernos de nuevo las caras con la URSS siendo anfitriones. Parece que el ministro de exteriores Castiella se llevó el gato agua, aduciendo que nos daría buena imagen y seguimos adelante con la organización. La posibilidad cristalizó: llegamos la Final del Bernabéu contra los rusos. Ante los ojos de Franco, que tuvo que tragarse el himno soviético en el preámbulo, Marcelino metió ahora su famoso gol deshaciendo el existente empate a uno. España obtenía su primer título europeo.

En el terreno olímpico hubo un ruidoso boicot capitaneado por Estados Unidos de los Olímpicos de Moscú en 1980. Los soviéticos habían invadido Afganistán y el presidente americano fue tajante, “o se marchan o los atletas americanos no participarán”. El gesto yanqui fue seguido por unos 64 países, no todos de la esfera americana. Entre sus aliados, varios no siguieron la iniciativa, Francia, España, Gran Bretaña, Holanda, Portugal… denunciaron la invasión pero compitieron.

Los siguientes juegos fueron en Los Ángeles y Moscú devolvió la afrenta : manifestó que sus atletas no irían por razones de seguridad y otras. La excusa era pueril, quizás temió que los controles antidoping mostraran la podrida realidad de le la preparación de los atletas soviéticos y de los de Alemania Oriental; o quería aplicar el ojo por ojo y diente por diente. Sus aliados fueron más sumisos que los de Estados Unidos cuatro años antes. Todo el bloque soviético, incluida Cuba, decidió no acudir. Para los cubanos fue un drama. China no boicoteó por sus agrias relaciones con Moscú en la época. A la postre, sólo 15 países faltaron, participaron 140 y resultaron, sin patrocinio gubernamental, un éxito hasta con claro superávit económico.

Ahora Estados Unidos opta por un boicot de mentirijillas. Sus atletas irán, el Comité Olímpico Internacional no quiere oír hablar de boicots especialmente si el que lo padece es uno de los grandes (Igual ocurrió con la OMS y el virus, a China no se le tira de las orejas porque tarde en iluminar al mundo al brotar la pandemia).

No obstante, en Pekín hay berrinche. La portavoz americana ha dicho sin pelos en la lengua que es una medida “contra el genocidio y los crímenes contra la humanidad que actualmente se cometen en Xinjiang” donde existen, se dice, trabajos forzados y se violan los derechos humanos de los islámicos uigures.

Es un lenguaje propio del momento en el que nos encontramos, el de una guerra fría cada vez más visible entre China y Estados Unidos cuyo presidente es Biden, no Trump.

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