Carta El Mercurio, 06.11.2022 Fernando Schmidt Ariztía, ex embajador de Chile en Brasil
Coincidiendo en casi todo con el artículo de ayer del excanciller y buen amigo Hernán Felipe Errázuriz en su columna “Brasil es cordialidad”, creo que no es justo el párrafo que dice: “Durante toda nuestra historia, las relaciones bilaterales han sido estrechas, salvo durante el segundo gobierno de Piñera y en lo que va corrido de Boric”.
Fue durante el segundo mandato del presidente Piñera y gobernando en Brasil el presidente Bolsonaro, que logramos mantener abiertos los aeropuertos de Santiago y Sao Paulo como hubs sudamericanos para la evacuación, en plena pandemia, de miles de ciudadanos de nuestros países y del mundo, anhelantes de llegar a sus destinos mientras se cerraban los aeropuertos en casi todas partes.
Durante la pandemia y gracias a la colaboración de las autoridades brasileñas, logramos componentes esenciales para paliar los efectos de los traumáticos entubamientos. En este período, y gracias al involucramiento de Itamaraty, alcanzamos en tiempo récord la ratificación y puesta en marcha del Acuerdo de Libre Comercio que habíamos negociado y suscrito durante la administración brasileña precedente.
Igualmente, obtuvimos la activa participación brasileña en el proyecto del cable transpacífico Humboldt, el primero que unirá directamente América Latina y Asia.
Además, nos apoyamos recíprocamente en casi todas las candidaturas a organismos internacionales y avanzamos fuertemente en la implementación del corredor bioceánico hacia los puertos del norte chileno.
Por último, para no hacer la lista más extensa, no podemos dejar de mencionar que también en este período Chile apoyó a Brasil con aviones y pilotos para combatir incendios en la floresta amazónica, demostrando su compromiso con ese país y el medio ambiente.
Por lo anterior, creo que las relaciones con Brasil -al menos en esos años en que serví como embajador de Chile- fueron absolutamente cordiales en lo esencial.
