Cable Humboldt: Chile, país puente tecnológico

Columna
Realidad & Perspectivas, N*123 (marzo 2024)
Eduardo Rodríguez Guarachi (abogado y exembajador) y Roberto A. Sánchez F. (profesor)

En enero de 2024 el presidente Gabriel Boric anunció la materialización de la ruta del emblemático proyecto Cable Humboldt, marcando un hito en la conectividad global.

Este cable submarino de fibra óptica, que se extiende por más de 14.000 kilómetros para conectar América del Sur con Oceanía y Asia, es una manifestación de la visión de Chile como un puente tecnológico internacional. Inspirado en el legado exploratorio de Alexander Von Humboldt (nombre asignado por los mismos chilenos via votación popular online), el proyecto no sólo promete un intercambio cultural y científico sin precedentes, sino que también subraya la ambición de Chile de transcender sus fronteras físicas, fomentando el desarrollo y la integración cultural.

El Cable Humboldt ha trascendido a las divisiones políticas, con su inicio en 2016 durante la administración de Michelle Bachelet, continuación bajo Sebastián Piñera y finalmente, su actual anuncio de materialización. Esta continuidad demuestra un compromiso a largo plazo con el avance tecnológico y el liderazgo en la nueva era digital o cibernética, evidenciando una

estrategia nacional reforzada por colaboraciones público-privadas significativas, como la asociación con Google a través de la empresa estatal Desarrollo País. También es consistente con lo que varios expresidentes han pregonado: la política exterior de Chile es y debe ser de Estado. Sin embargo, la gestión de la política exterior de Chile bajo la Administración del Presidente Boric en ocasiones nos deja perplejos, por lo que parecieran ser exabruptos. Los mismos que, con alta diplomacia, buscan contener el por momentos incómodo canciller Alberto van Klaveren.

Pese a sus logros, el proyecto enfrenta desafíos, como la inclusión de zonas remotas, ejemplificado por la inicial exclusión de la Isla de Pascua. Este aspecto crítico destaca la importancia de una visión estratégica inclusiva que asegure los beneficios de la conectividad a todas las regiones del país, subrayando la necesidad de abordar las disparidades en la infraestructura de conectividad de Chile.

Mirando hacia el futuro, el desafío radica en maximizar el potencial del Cable Humboldt, desarrollando una estrategia integral que impulse la innovación en sectores como la inteligencia artificial y la ciberseguridad. Esta visión consolidaría a Chile no sólo como un puente tecnológico entre continentes, sino también como un líder en el diálogo cultural y científico global.

Este proyecto no es sólo un logro tecnológico; es un paso hacia una sociedad más conectada y democrática, evidenciando un legado de apertura, coopera[1]ción internacional y unidad estratégica. En su origen destacan, en especial, el fuerte impulso de los expresidentes Sebastián Piñera (QEPD) y Eduardo Frei Ruiz-Tagle, éste en cuanto Embajador en Misión Especial al Asia-Pacífico.

Este legado en forma de proyecto refleja un compromiso con un futuro en el cual Chile actúe como un puente entre continentes, fortaleciendo su rol global mediante la innovación y la cooperación, y cuidando la permanencia institucional no escrita de la práctica presidencial republicana de conducir las relaciones exteriores mediante políticas de Estado.

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