Carta Abierta a la ministra de Relaciones Exteriores

Carta
La Tercera, 30.07.2022
Cristian Maquieira A., exembajador en Paraguay y representante permanente alterno de Chile ante ONU

Es con pena y rabia que he recibido la decisión de la cancillería en lo referente a la candidatura a la Corte Internacional de Justicia (CIJ).

Pena porque si hay alguien en Chile que merece coronar su carrera como abogado internacional en la CIJ es Claudio Grossman, no solamente por sus condiciones personales y profesionales, sino también como reconocimiento a los grandes servicios que le ha prestado al país en defensa de su territorio.

Con rabia porque contra la seguidilla de errores, grandes y pequeños, y la falta de visión predominante en la política exterior desde marzo de este año no hay mucho que hacer. Las candidaturas a entidades internacionales requieren de un análisis delicado y sutil, en este caso inexistente, pues no se puede acusar a la cancillería actual de sofisticación en su desempeño.

La muestra es el comunicado de prensa emitido por la institución respecto de la candidatura de Claudio Grossman, que no puede calificarse de otro modo que una vergüenza. En primer lugar, le “cobra” a Grossman el dispendio que ya se hizo en su anterior postulación y, luego, insinúa que no tendría votos suficientes para la elección al Consejo de Derechos Humanos, lo cual debe constituir una alegría inesperada para los otros países postulantes al mismo órgano. Ambas afirmaciones no debieron ser incluidas en el texto y hacerlo refleja un amateurismo inaceptable.

Entiendo que más allá del genuino interés nacional por integrar el Consejo de Derechos Humanos, Ud. tenga por su trayectoria profesional una cierta inclinación por el tema, lo que puede haber influido en su decisión de descartar la candidatura a la CIJ. Ambas postulaciones -Consejo de Derechos Humanos y Corte Internacional de Justicia- son compatibles pues la primera es nacional mientras que la CIJ es personal, sin estar al mismo nivel. En términos futbolísticos, el Consejo de Derechos Humanos es participar en la Copa Libertadores de América, mientras que elegir un juez a la Corte Internacional de Justicia es ganar la Copa del Mundo. Las votaciones de países en estos casos no son alternativas sino coetáneas.

Esta determinación es una medalla adicional que viene a sumarse a designaciones que constituyen faltas de tacto -uno de los pilares de la diplomacia- y de respeto al país receptor como es el caso de nombrar como embajador en Brasil a un declarado opositor al Presidente Jair Bolsonaro, escoger un agregado cultural en España que es conocido por sus actividades en grupos separatistas catalanes, sin dejar de mencionar al subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales que parece gozar de soberanía propia y hace propuestas nacidas de su (errada) visión personal antes que del interés nacional.

Lo cierto es que estas decisiones constituyen la cartografía de la senda al desprestigio y, lo que es peor, la eventual irrelevancia de la diplomacia chilena en el concierto internacional.

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