Columna El Líbero, 18.11.2023 Fernando Schmidt Ariztía, embajador (r) y exsubsecretario de RREE
Mañana domingo votan los argentinos en elecciones cruciales donde se elegirá el próximo presidente y vicepresidente de la nación. Todos los analistas chilenos estarán atentos a lo que pase en Buenos Aires, al tener estos comicios mucho de plebiscito interno y una clara repercusión regional.
Quien sea que asuma la presidencia argentina el 10 de diciembre deberá plantearse cuál va a ser la impronta que quiere dejar a su vinculación con Chile y, por supuesto, qué debemos priorizar nosotros con relación a nuestros vecinos. La agenda es enorme, desafiante, con algunos temas muy sensibles en el campo limítrofe, pero más bien encapsulados o con pautas para el control de daños. Otros van a estar relacionados con la sensibilidad ideológica de Milei o Massa. Sin embargo, también existe una agenda positiva, neutral, provincial, con temas de complementación fronteriza donde, pese a declaraciones bien intencionadas, hemos avanzado poco o muy lentamente y donde estimo debe ponerse énfasis.
Por ejemplo, en mayo del 2011 se reunieron por primera vez los intendentes regionales chilenos y los gobernadores argentinos, muchos de los cuales son clave en el proceso de toma de decisiones en ese país. Se establecieron entonces comités de integración por áreas colindantes. Entre ellas, el de las máximas autoridades del Noroeste argentino o NOA (Jujuy, Salta y Tucumán) y el Norte Grande chileno (Arica-Parinacota, Tarapacá y Antofagasta).
Han pasado 12 años desde que nos comprometimos a establecer controles fronterizos integrados de cabecera única aprovechando las instalaciones argentinas de los pasos Jama y Sico. Acordamos intercambiar las matrices productivas regionales para el desarrollo de encadenamientos productivos. Concordamos en “realizar estudios técnicos relacionados con aspectos logísticos y costos de flete y transporte”. Igualmente, íbamos a desarrollar circuitos integrados de turismo; mejoraríamos la conectividad terrestre asfaltando la ruta por el paso Sico, que cae en la provincia de Salta; mejoraríamos la red ferroviaria por el paso Socompa y manifestábamos la necesidad de establecer una conexión aérea.
Según el Acta de la XXXIII Reunión del Comité de Integración NOA-Norte Grande, celebrada en mayo de este año, lo primero que llama la atención es el bajo nivel político de las delegaciones de ambos países y, sobre todo, que bien poco ha pasado en más de una década. Da la impresión de que apenas cumplimos con la liturgia de la reunión, pero cuando abordamos temas de fondo se descubre que los controles fronterizos integrados carecen de una infraestructura eficaz; el comercio y los encadenamientos productivos brillan por su ausencia; los estudios sobre aspectos logísticos y de transporte no parece que hayan servido. Lo mismo ocurre con los circuitos integrados de turismo, la pavimentación del paso Sico, la red ferroviaria y la conexión aérea.
Resulta fundamental volver a darle a la relación transfronteriza en el Norte Grande, en conjunto con las futuras autoridades argentinas, una prioridad política. El paso Jama, vía Jujuy y Salta en Argentina, hacia Paraguay y Brasil es la base del Corredor Interoceánico cuya importancia acabamos de reiterar con motivo de la reciente visita del presidente de Paraguay a Chile y es uno de los temas centrales en la relación con Brasil.
Además, es absurdo no aprovechar la proximidad geográfica para vender en el NOA -habitado por poco más de 4 millones de personas- nuestros servicios a la minería, productos químicos, productos del mar, nuevas tecnologías, turismo, educación, puertos, zona franca. Por tierra, un vehículo demora 11 horas a Jujuy y Salta desde Antofagasta. A Santiago son 15 horas. Calama está a 8 horas de ambas ciudades argentinas proveedoras de productos agrícolas, mientras nuestros valles centrales están a casi 17 horas de viaje. Sin embargo, Chile no figura entre los primeros destinos de las exportaciones de Jujuy, Salta o Tucumán y al revés ocurre lo mismo, según datos del INE.
¿Qué encadenamiento productivo de importancia registramos entre el Norte Grande y el NOA? Ninguno, pudiendo industrializarse cítricos o legumbres argentinas para la exportación en dirección a Asia u otros países sudamericanos; pudiendo integrar harina de pescado chilena con soja y maíz del NOA para la fabricación de pellets, a modo de ejemplo.
No es posible que el ferrocarril que une Salta y Antofagasta sea usado apenas en forma ocasional por las actividades mineras argentinas, cuando nuestros puertos del norte están listos para embarcar esa producción a Asia.
La Quebrada de Humahuaca en Jujuy, Patrimonio de la Humanidad desde el 2003, o los edificios coloniales salteños están a 6 horas y media de San Pedro de Atacama y de las atracciones astronómicas que han convertido a Chile en reconocido polo internacional del astroturismo. No obstante, los circuitos integrados son escasos y no se venden mundialmente en conjunto. Es decir, estamos perdiendo oportunidades por falta de estímulos a nivel oficial.
Por lo mismo, la llegada de un nuevo Mandatario a la Casa Rosada debe ser el momento de reimpulsar con determinación política, a nivel presidencial, este proyecto integrador tantas veces proclamado pero que no avanza de acuerdo con las expectativas de nuestras regiones septentrionales.
Lo que ocurre entre el NOA y el Norte Grande se repite en otros sitios de nuestra común geografía. Hay que darle a todos su debida importancia, pero comenzaría por aquellos donde la integración puede generar encadenamientos privados y una proyección sudamericana. Nos hace falta, eso sí, que el 11 de diciembre tengamos resuelto el nombre de un embajador en Buenos Aires que nos represente a todos sin prejuicios ideológicos, con un adecuado presupuesto para el cultivo de relaciones con los gobiernos de las provincias argentinas colindantes con Chile, con la energía y visión de un personaje formidable como fue Adolfo Zaldívar, y que Argentina también proceda a nombrar en simultaneo -como gesto de coordinación política- al sucesor de Rafael Bielsa.
