Crisis en la diplomacia chilena

Entrevista (Jorge G. Guzmán Gutiérrez, abogado y exdiplomático)
La Segunda, 23.02.2023

En los mentideros del Ministerio de Relaciones Exteriores se considera a Jorge Guzmán Gutiérrez (San Felipe, 1960) una de las principales autoridades en temas australes. Pero, como advierte un excanciller, varias de sus opiniones no son muy populares al interior del edificio Carrera.

Y es que por lo menos desde hace un par de años—especialmente a través de columnas en El Mostrador— Guzmán ha venido advirtiendo el estado de crisis en que se encuentra, a su juicio, la diplomacia chilena. Para él, y más allá de los chismes internos, de las filtraciones, de las peleas palaciegas y de los apuros de la contingencia, el servicio exterior necesita una profunda reestructuración.

Es evidente que la Cancillería, y la conducción de nuestra política exterior atraviesan por un mal momento. Una Cancillería que atrae la atención pública por una colección de errores y desaguisados, no es la Cancillería que necesita el país”, dice el académico de la U. Autónoma desde Punta Arenas, donde vive.

Guzmán sabe de lo que habla. Historiador de la PUCV, máster en Relaciones Internacionales y doctor en Estudios Polares de la Universidad de Cambridge, estudió en la Academia Diplomática y fue parte de la Cancillería entre 1986 y 2008.

Entre otras cosas, fue parte del equipo que en julio de 1990 llegó a Moscú para reabrir la embajada chilena en la Unión Soviética. Ahí fue testigo del caso Honecker. Terminó su carrera en el puesto de primer secretario de la embajada en Noruega (2004-2008).

 

“Las embajadas aun sirven para el exilio dorado”
—¿Usted ha dicho que el “servicio exterior se ha condenado a la irrelevancia progresiva"?

—No solo el estamento político, sino también el servicio exterior no ha logrado comprender que las relaciones internacionales ya no son una cuestión exclusiva para los expertos. Son asuntos de importancia social. Como dicen los alemanes, “desde el barco” se observa que la diplomacia profesional permanece ensimismada en asuntos gremiales, antes que dedicada al estudio de los problemas que tienen consecuencias materiales para la sociedad. En la medida que ese ensimismamiento se prolongue, y la diplomacia no desempeñe un rol relevante, ya que los temas vecinales son siempre encargados a “asesores externos”, el servicio exterior se condena a la progresiva irrelevancia.

 

—¿Qué ha fallado?

—Primero, que no obstante las promesas de campaña de todos los partidos, la Cancillería sigue siendo una parcela de agrado para personajes que han perdido una elección, o resultan problemáticos para el Gobierno de turno. Las embajadas aun sirven para el exilio dorado de algunos políticos con muy poco que aportar a nuestra política exterior. Segundo, me parece que la proximidad de algunos funcionarios de carrera con los partidos ha contribuido a la formación de grupos de diplomáticos que se han convertido en verdaderos “operadores”. Esos funcionarios han contribuido a desvirtuar la implementación del mérito profesional, favoreciendo a amigos y correligionarios, y postergando a otros colegas que, a pesar de sus capacidades, no participan de ningún partido o grupo de poder.

 

—Uno tiene la sensación de que, en los últimos años, y salvo el caso de las relaciones con Perú y Bolivia, no existe una “política exterior de Estado”.

Lo que ha existido, más bien, son apuestas comunicacionales para posicionar al gobierno de turno: la cumbre progresista de Bachelet, Piñera en Cúcuta, la “diplomacia turquesa” de Boric. —Ciertas precisiones. Por ejemplo, en la “cuestión de Cúcuta”, la Cancillería solo fue ejecutora. La intervención de Chile en ese proceso, con todas sus consecuencias posteriores, es de responsabilidad del Segundo Piso de La Moneda. Mi impresión es que este tipo de circunstancias, que con ellas arrastran el prestigio del país y el estado de ánimo de los diplomáticos, ocurren por la intervención de políticos que carecen de experiencia, y que no están sometidos ni a un proceso de calificaciones, ni al escrutinio público. La capacidad de gestión de estos personajes está solamente asociada a la proximidad con el presidente de turno, y se impone, a veces de manera no elegante, al criterio de la diplomacia. Respecto de la “diplomacia turquesa”, aún estoy tratando de entender cuál es su contenido, y qué relevancia tiene para la política exterior.

—¿En qué posición está la diplomacia profesional al interior de la Cancillería?
—Hay una diplomacia profesional dividida en grupos de funcionarios. Dependiendo del signo político del Gobierno, algunos diplomáticos parecen entender que “ha llegado su oportunidad” de progresar en la carrera, mientras los cercanos al Gobierno que deja el poder se sumergen en un “sueño administrativo” de cuatro años.

Entre estos dos grupos permanece un segmento mayoritario de profesionales, entre los cuales se cuentan algunos de grandes capacidades para contribuir a una política de Estado. Muchos de esos funcionarios no tienen ni militancia ni preferencias ideológicas y, quizás por lo mismo, se les ocupa en lugares de menor importancia. Otros, algunos muy exitosos, practican la transversalidad, acomodándose como el “Zelig” de Woody Allen, al color político del momento, no obstante, no poseer condiciones intelectuales reconocibles. Son funcionarios tipo “Miss Simpatía”.

 

—Bueno, está la impresión de que en los últimos años ha existido harto reclamo al interior del grupo de profesionales de la Cancillería, pero que ello no pasa más allá de pedir embajadas.

Efectivamente, creo que la insistencia en las demandas gremiales de un servicio público que se sabe muy bien pagado en pesos y en dólares, no favorece la imagen de la diplomacia.  Respecto de la lucha por las embajadas, pienso que es un esfuerzo inútil mientras el servicio exterior no demuestre, ni explique, cuál es su aporte al desarrollo del país. La diplomacia profesional debe entender que, sin el respeto y aprecio de la sociedad, los políticos no prestarán atención a sus demandas.

 

“Los diplomáticos son como el vino”
-¿Y cómo es la calidad de la gente que está saliendo de la Academia Diplomática?

He dicho que los diplomáticos son como el vino: su calidad depende del año. Esto tiene que ver con quien es el director de la Academia Du0lomátoca, como quien es el subsecretario, en tanto jefe superior del servicio. En ciertos años, por influencia del director y/o subsecretario, los funcionarios aceptados han sido mayoritariamente de un sector político, y no de otro. Esto no solo ha cargado el ambiente al interior del ministerio, sino que puede haber permitido el ingreso de personas que no necesariamente cumplen con las exigencias personales e intelectuales, pero que, a cambio ofrecen mayor compromiso político.

 

-Al menos desde el primer gobierno de Michelle Bachelet, se viene prometiendo un plan de “modernización” de la Cancillería, hasta hoy inexistente. ¿Po qué aquello no ha sido posible?

Ha faltado voluntad política para resolver los problemas de fondo. También ha faltado que a la diplomacia profesional cuente con el prestigio suficiente para impulsar los cambios que el país agradecería.

 

-Usted ha hablado de que existe una “trenza de amigos” al interior del ministerio, gente vinculada a partidos políticos que se ha tomado puestos clave. ¿Qué tan extendida es esa red al interior de la Cancillería?

Entre esas trenzas de signos políticos distintos, existen relaciones cordiales, pues ellas operan bajo la premisa de un acuerdo tácito de “no-agresión”. Es decir, que, al momento de ocupar puestos de responsabilidad administrativa en Santiago, la trenza en el pode no perjudicará gravemente a la tranza que no está. Así, sí el resultado de la siguiente elección presidencial resulta adverso a la “trenza en el poder no perjudicará gravemente a la trenza que no está. Así, el resultado de la siguiente elección presidencial resulta adversos a la trenza en el poder, entonces la trenza que asume respetará el acuerdo tácito evitando que los que salen sean enviado a destinaciones en el exterior poco apetecidas, o que ocupen puestos poco relevantes en Santiago. Operan bajo un acuerdo tipo “Win-Win

 

Entonces ¿los presidentes confían en la Cancillería? En los últimos años se ha cuestionado que los jefes de Estado cuenten con asesores en materia de RR.EE. que de cierta manera “pautean” la labor del ministerio. Pienso en Marcos Robledo con Bachelet, Benjamín Salas con Piñera y Carlos Figueroa con Boric.

En general los presidentes han confiado en la Cancillería, pero sus asesores han relativizado esa confianza. También observo que esos asesores se debaten en una contradicción: si por una parte desprecian a los diplomáticos, de muchas formas los imitan. Baste observar la evolución de las formas y hasta la manera de vestir, de algunos de esos personajes, antes y después de entrar en contacto con el ministerio. Los presidentes no han acertado con esas personas, pues estos solo han afectado el rendimiento de la Cancillería. El presidente Boric aún tiene tiempo para no cometer ese error.

Argentina es lo más urgente.

 

-¿Es posible fechar el inicio de los problemas que aquejan a la Cancillería?. Se critico mucho el nombramiento de Roberto Ampuero como canciller porque carecía de credenciales, pero sería injusto sostener que las complicaciones comenzaron con él.?

No creo que los problemas de la Cancillería comenzarán con Ampuero. Es más, creo que él tuvo grandes problemas para realizar su gestión, tanto por la intervención del Segundo Piso, como por el número de funcionarios de carrera que él estimo podían contribuir   a su gestión. El origen de los problemas que hoy obsérvanos en la diplomacia los dataría en los finales del gobierno de Frei Ruiz-Tagle, época en que las trenzas de amigos y correligionarios terminaron por consolidarse. Desde entonces ese hándicap acompañó la gestión de todos los cancilleres.

 

- ¿La gestión de la Canciller Urrejola no ha sido, digamos naif? En una entrevista en estas páginas dijo “a veces le digo al presidente: No sé si tienes noción del impacto que genera tú liderazgo en el exterior”. Fue como muy cándida, aunque quizás estoy siendo injusto.

-Merecida o no, la imagen de la cancillería está muy lesionada. De continuar e el cargo, su trabajo será difícil. Ahora me parece que focalizar el análisis en su gestión personal oculta los problemas de fondo. Por ejemplo, la cuestión de la carta del Grupo de Puebla, firmada por el presidente argentino, me parece menos importante que la cuestión del buque inglés mencionado en al audio filtrado de la Cancillería.

 

- ¿Por qué?

Porque en este caso el “gesto” a Argentina que allí se menciona pudo haber lesionado la correcta doctrina del Tratado de Límites de 1881; instrumentalizado al Estrecho de Magallanes para favorecer a un país (Argentina) y perjudicar a otro (Reino Unido), no obstante que el estrecho está “neutralizado a perpetuidad”. Si esto ocurrió, la Cancillería pudio haber cometido un ilícito. Por ello es que el tema debe aclararse.

 

¿Cuál es el principal desafío de la política exterior chilena?

Los grandes desafíos de nuestra política exterior ocurren en dos ámbitos. El primero es el vecinal. En esto incluyo los desafíos en materia de seguridad de nuestras fronteras, de reforzamiento de la cooperación económica con nuestros vecinos y las cuestiones de límites pendientes, especialmente Campos de Hielo Sury la plataforma continental extendida magallánico-antártica.  El segundo ámbito es el de la cooperación para la adaptación y mitigación del cambio ambiental. Estimo que esto último puede enriquecer cualitativamente nuestra política exterior.

 

- ¿Qué hacer con Argentina? Como dijo Ascanio Cavallo, se van a cobrar el audio de Bielsa en “cómodas cuotas”.

-Entre todos los desafíos de política exterior, Argentina es el más urgente. Argentina parece haber comprendido que su proyecto “de gran nación” tiene por el norte, una barrera infranqueable Brasil. Su potencia exportadora y alimentaria, lo sitúa en una escala distinta al resto de la región. Asumido esto, el proyecto argentino solo puede materializarse por el sur. Allí la barrera a superar es Chile y entiende este desafío como totalmente superable. Ese es el sentido del reclamo maximalista por la plataforma continental de 2009 que, en un solo ejercicio conecta las costas patagónicas y fueguinas con los archipiélagos bajo administración británica (Falklands, Georgias del Sur y Sándwich del Sur) y , desde estas últimas, permite que Argentina alcance el territorio chileno  antártico. Argentina carece de una conexión geográfica directa hacia la Antártica Americana desde Tierra del Fuego y ha dado señales de entender que el Tratado Antártico no está escrito en piedra.

Argentina está reforzando su destacamento militar en Río Gallegos (al norte del Estrecho de Magallanes), y está invirtiendo fuertemente en la ampliación dl puerto de Ushuaia en el Canal Beagle, desde el cual gobierna el negocio del turismo antártico. En este negocio de enorme importancia geopolítica, Punta Arenas tienen una participación relativamente menor, mientras Puerto Williams tienen una participación irrelevante. Sugiero prepararnos.

 

-La última ¿Cómo fue su experiencia en la URSS? Estuvo en la polémica por la estadía de Erich Honneker en la embajada, pero además en medio de la tensión entre el canciller Enrique Silva Cimma y el embajador Clodomiro Almeyda. Pesos pesados.

Don Cloro fue un tipo de gran estatura intelectual, no solo política. Silva era esencialmente un abogado. No estoy seguro de que don Cloro supiera que Honnecker, S. terminaría en la embajada. Silva y parte del gobierno n confiaban en Almeyda y él, enfrentado a un hecho consumado, tuvo que apechugar por razones políticas. La decisión de don Patricio Aylwin de enviar como embajador especial a James Holger habla por sí sola. Tuve una relación muy respetuosa con don Cloro que sabía que yo era momio. Incluso fuimos juntos a saunas allí me contó anécdotas entretenidísimas. Silva tuvo un rol de buzón en el caso Honnecker, porque Holger se entendió directamente con don Patricio. Tipos de otro nivel, nada que ver con los liceanos de hoy.

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