Columna El Líbero, 16.12.2023 Fernando Schmidt Ariztía, embajador (r), exsubsecretario de RREE y columnista
Casi desapercibida pasó entre nosotros la Cumbre de Líderes de APEC (Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico) celebrada en San Francisco, California, hace un mes, y en la que participó el presidente Boric, varios de sus ministros y destacados empresarios.
Nos costó llegar a ser miembros de APEC durante la Presidencia de don Patricio Aylwin en 1994. En esos primeros años participar en ella era la ocasión en que nuestros mandatarios sostenían múltiples reuniones bilaterales o encuentros casuales con los líderes y grandes empresarios de las principales economías de Asia y de la Cuenca del Pacífico. Es más, nos sentimos muy orgullosos de organizar en Chile la Cumbre de 2004 y preparar muy profesionalmente 16 reuniones de la de 2019. Esta última, a realizarse en noviembre de ese año, se frustró por el malhadado “estallido”.
Hoy día, a pesar de que el foco de su gira estuvo en innovación, me llama la atención la escasez de encuentros políticos del presidente Boric y la poquísima cobertura de prensa que hubo. Es como si el desinterés hacia APEC y lo que esto significa para Chile se hubiera instalado entre nosotros, a todo nivel. Como si el “estallido” hubiera logrado su propósito. Pareciera que se ha diluido la ilusión que tuvimos en el Foro. Da la impresión, incluso, que endosamos el escepticismo que sobre APEC tiene The Economist, revista que afirmaba en 2007 que “su mera existencia crea la ilusión de que algo se está haciendo, debilitando así otros esfuerzos para alcanzar acuerdos significativos sobre, por ejemplo, cambio climático o comercio”.
Sin embargo, alrededor de 20 mil delegados de este enorme espacio asistieron a diversos eventos. ¿Cuántos chilenos?
Lo anterior no es baladí, porque los 21 miembros de APEC representan el 55% del producto mundial; el 44% del comercio global y el 40% de la población. Políticamente, es clave la reunión de líderes anual que reúne a los mandatarios de Estados Unidos, China, Japón o Corea del Sur. Allí estamos sentados nosotros también. La última reunión del Foro en San Francisco demostró su utilidad al reinstalar canales de diálogo entre las dos mayores potencias mundiales, crecientemente antagónicas. Igualmente, es un Foro que sirve para el intercambio y coordinación de buenas prácticas en el terreno económico, comercial y social a partir de temas definidos por el país anfitrión en función de los objetivos de Bogor (Indonesia), adoptados en 1994.
¿Qué ha pasado? Es evidente que lo que era válido entonces hay que revisarlo 30 años después. Hay que definir y acotar temas. Se deben plantear ideas originales y, tal vez, volver al espíritu fundacional. No puede ser que APEC tenga una Secretaría organizada en torno a 4 Comités y 33 Subcomités de variada índole sin poner en entredicho su propia existencia. Tampoco podemos caer en la autocomplacencia de haber logrado la reducción de aranceles de un 15% a un 5% en este espacio en 30 años, porque es evidente que APEC no fue el único factor que influyó en este logro.
Si revisamos lo que nosotros mismos asumimos como temas importantes para Chile durante el año APEC 2023 nos encontramos con una lista extensísima que más parecen enunciados que acciones. Por ejemplo, en lo tocante a crecimiento, las ideas son tan genéricas que nadie podría estar en desacuerdo (que sea sustentable e inclusivo, que logre la integración económica regional, ampliar medidas para la facilitación del comercio y las inversiones, innovación y economía digital). En el campo social promovemos una sociedad más inclusiva y sustentable a fin de potenciar en especial oportunidades para mujeres, pueblos originarios, jóvenes, personas con discapacidad, comunidades rurales y remotas. Por otro lado, queremos la protección del medioambiente, mejor aprovechamiento de las tecnologías, promoción de la innovación, fortalecimiento de las MIPYMEs. En paralelo, propiciamos el desarrollo de ciudades sustentables, infraestructura de calidad, inversiones y cambio climático, buenas prácticas regulatorias para incrementar el comercio y la competitividad de los servicios. Nos congratulamos por diversas iniciativas relacionadas con la pesca en el Pacífico, género, por el uso de fondos anuales para proyectos de US$ 100 millones. En resumen, una agenda así -tan extensa como variada que hemos ido creando entre todos a lo largo de los años- claramente carece de un norte.
Hoy el Foro enfrenta, además, enormes desafíos existenciales al surgir poderosos competidores. Por un lado, el posible avance del CPTPP (o TPP) para alcanzar una mayor liberalización económica (inversiones, telecomunicaciones, servicios financieros, propiedad intelectual, etc.) entre países tan distintos como Chile o el Reino Unido. Por otro, el surgimiento de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP) que reúne a las economías del Sudeste Asiático, Australia, China, o Corea. The Economist plantea, con mucha razón, que APEC podría ocupar un lugar en el desarrollo de una gran área de libre comercio del Asia-Pacífico, idea que fue planteada en el pasado. La pregunta para los países miembros del Foro es: ¿Qué hacer para que estas y otras iniciativas converjan hacia APEC? ¿Qué hacer para integrar a India o Colombia y no se agrave una carrera que sitúe al Foro en la intrascendencia?
Frente a una macro región como el Asia y el Pacífico, cada vez más sometida a una competencia geopolítica y divisiones tajantes entre algunos de sus miembros, está haciendo falta una narrativa potente que ayude a una confluencia de voluntades políticas. De lo contrario, aumenta el peligro que otros asuman la iniciativa, o que se sigan multiplicando foros que buscan integraciones de formatos variados en el campo económico y social, todas los cuales desfiguran o diluyen lo que APEC pretende. Hoy están los BRICS, el diálogo CELAC-China, el G-20, la Cumbre del Este de Asia, las periódicas reuniones Europa-Asia, los crecientes foros de seguridad en el Pacífico y todos aquellos encuentros que se dan en el marco del sistema de Naciones Unidas.
Pienso que junto con Perú y México (AMLO mediante) debemos aprovechar el año APEC 2024 a celebrarse en Cusco para -con la suficiente antelación- repensar y revalidar políticamente este Foro en el momento actual, a treinta años de Bogor, y aplicar en conjunto -pero bajo liderazgo del Perú- las acciones diplomáticas que correspondan.
Es el único espacio en el que tres importantes economías latinoamericanas y sus jefes de estado tienen contacto anual con los líderes mundiales en cuyas manos está modelar el futuro. Debemos buscar la confluencia de la Alianza del Pacífico y APEC. Esto tiene un valor político innegable para América Latina. El desafío lo debemos realizar en conjunto. No sigamos profundizando nuestra creciente irrelevancia mundial.
Además de mostrar la voz unida de nuestra región debemos proponer ideas innovadoras y realistas de integración económica y comercial en este espacio heterogéneo para que el Foro no decaiga; para que no se cumpla la maldición de The Economist; para conjurar la amenaza del proteccionismo por razones geopolíticas y otras, la que sería catastrófica para países como los nuestros, dependientes del comercio internacional. Puede que APEC no sea tan importante para China, Estados Unidos, Japón, Rusia o Australia, pero para nosotros sí lo es.
Pienso que la organización de APEC 2024 debe comenzar ya. Tal vez este mismo mes a pesar de lo sobrecargado de la agenda en esta época, de modo de mostrar una decidida voluntad política para aglutinar con una sola voz los intereses económicos y comerciales de Chile y los países latinoamericanos miembros del Foro y, por supuesto, unir y hacer partícipe en todo a Colombia, que desde 1995 busca integrarse a APEC y ha sido afectado por una moratoria sin fin que, en parte, es la causante de la ácida crítica de la influyente revista inglesa.