‘Desde mi boca muda, gritan en desgarro millones de almas’

Columna
El País Online, 03.06.2020
Enrique Subercaseaux, ex diplomático y director Fundación Voz Nacional
 Nos roban la libertad. Y en ello se va nuestra vida.  Una cosa tremenda.

La libertad es nuestro bien mas preciado. Ella nutre nuestras pulsiones vitales, alimenta nuestros recuerdos y evocaciones y nos permite imaginar nuestros sueños y realidades.

La libertad es lo mas personal que tenemos: habita en nosotros y expande nuestra Alma.  El brillo sincero de nuestros ojos depende de ella.

Pero hay quienes (y son ejércitos completos) quieren coartarla. Moldear nuestros pensamientos, que nos son propios. Robarnos nuestras creencias, que son personales y son el sustento, o la osatura, sobre la cual nos erigimos como criaturas divinas.

Dirigen nuestra educación, corrompen nuestras mentes con la mentira. La engañan con utopías que ni siquiera son completas y bien digeridas.

Su verborrea nos marea y nos confunde. La claridad se apaga y las tinieblas se adueñan del espectro visual.

La aurora se tiñe de lágrimas. Hay un pozo cada vez mas grandes que las contienen. Anulan nuestro pensamiento y nos imponen sus bajas pasiones.

El amor contrahecho, aquel que no se expresa sino a través de los tortuosos recovecos de una mente que se piensa libre de frenos y de sujeciones colectivas y sociales.

La avaricia. Poseer por poseer, avidez sin comienzo ni fin, que nos hace desfilar como autómatas hacia el callejón sin salida de la esclavitud.

Así, el espejo cesa de brindarnos nuestro reflejo. Nuestra cara se vuelve una masa uniforme, creada por una impresora sin relieve y sin personalidad.

Nos anulan y nos convierten en autómatas. Deambulamos sin memoria. Sin voluntad de construir y subir a cimas que permitan descubrir horizontes más allá de lo estrecho que nos ofrece nuestro carcelero.

Nos cercenan la carne y nos convertimos en una bolsa de huesos, que al marchar van dejando su monótono (y por ello triste) sonsonete:  susurro que se desliza de una boca desdentada y maloliente.

Todo esto parece poesía, pero es verdad. Lo vemos en Chile, en otros países y ahora en Estados Unidos.

La razón de la sinrazón. La mentira infernal brillando férrea en un cielo oscurecido por tanta irresponsabilidad y pasión desbocada.

Esta es una batalla que llegó para quedarse.

No es cosa nueva. El robo y la cárcel mental existen desde siempre.

La libertad acompaña al hombre desde su creación. Solo que ahora último, en épocas de prosperidad vacua pensábamos que ella se podía comprar a plazos.

De súbito el banco cerró y se nos acabo el crédito. Y hemos quedados atrapados en un cuerpo sin voluntad, cual marioneta triste. Sólo nos activa el titiritero, quien nos esclaviza a placer. Porque queremos sentirnos libres y vivir, aunque ello implique sólo una serie de movimientos torpes.

Quieren adueñarse de nuestro yo interno. Quieren robarnos nuestra sombra, para que creamos que nuestros movimientos son puros y sin consecuencias.

Quieren anular nuestra memoria, que es la única capaz de hacernos sobrevivir, dándonos la capacidad de evocar lo que mas atesoramos, y que articula nuestras inquietudes más íntimas.

Nos adormecen con narcóticos falsos, que nos hacen subirnos al taburete del furor sensual, sólo para caer exhaustos, cual piltrafa sin voluntad, en un vomito de lágrimas y de penas.

Solo nuestra libertad reconoce la verdad. Esta no es relativa. Es amplia y es universal.  La mentira es la pequeña. Es como una cucaracha gorda que corre y recorre en la oscuridad. Sembrando el terror por la sorpresa y el engaño.

Hay que hacer acopio de fuerzas. Estas no fallaran mientras conservemos nuestra creencia mística. La que explica nuestros miedos e impulsa nuestra libertad. Aquella que nos da la capacidad de amar sin reservas. Un amor verdadero, no aquel que se resuelve en el relámpago de la lujuria.

Nos han confundido. Nos han mentido y nos han encarcelado.  Que nos demos cuenta de tamaño engaño ya es suficiente. Gatilla nuestra voluntad para defendernos y vencer una batalla desigual.

Solo pensemos que la suma de libertades tiene una potencia invencible. Sorpresa, elasticidad y poder.

Abramos los ojos y encontraremos a los nuevos líderes. Líderes digo, y no héroes de tiras cómicas.  Y estos son aquellos que hablan con la verdad, que dirigen nuestras individualidades y que de verdad estimulan nuestras posibilidades.

Una casa nueva se construye entre todos. Una viga es tan importante como un clavo.  Una tarea palpable a la que debemos sumarnos.

Todo sobre los cimientos de una diáfana verdad, que respete la singularidad, que estimule la verdadera memoria y que no busque explicar todo. Lo sobrenatural, que nos consuela y nos cuida, se lo dejamos al espíritu, que anide en el la fuerza de la Fe.

Es este el pozo que apagara siempre nuestra sed.

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