Importar un conflicto

Columna
El Mercurio, 20.05.2023
Hernán Felipe Errázuriz, abogado y exministro de RREE

Judíos y palestinos comenzaron a migrar conjuntamente a Chile, desde comienzos del siglo pasado. Formaron comunidades numerosas, respetables, apreciadas por sus valiosas contribuciones a la ciencia, cultura, arte, economía y política. Su convivencia ha sido armónica entre sí, y con la sociedad chilena, con resultados y aportes notables.

Judíos y palestinos llegaron originalmente en los mismos barcos, escapando del antisemitismo ruso y de la conscripción militar por el imperio turco, con ocasión de la Primera Guerra Mundial. Por más de un siglo comparten en Chile las más variadas actividades y negocios.

Sucesivos gobiernos chilenos han procurado y logrado evitar trasladar al país la conflictiva situación entre los Estados Palestino y de Israel, ambos reconocidos por el Estado chileno.

Mandatarios y cancilleres de los dos países nos han visitado, recibiendo una respetuosa y calurosa acogida. Sus embajadores se han desempeñado con profesionalismo, sin entrometerse en los asuntos internos chilenos, cuidando el uso de las redes sociales y la publicidad, alejándose de debates públicos, actuando reservadamente frente a las diferencias que experimentan sus respectivos gobiernos en el exterior, y con recíproca cautela en la relación con los poderes públicos.

Relevantes y positivos para el desarrollo de las relaciones bilaterales, culturales y de negocios, han sido las cámaras, clubes y asociaciones de comunidades extranjeras residentes. Útiles son los mecanismos y comités parlamentarios para fortalecer las relaciones con otros países. En ambos casos, con el debido cuidado en intervenir en la política interna y exterior.

Estas tradiciones de respeto se han menoscabado por algunos diputados y la campaña presidencial del candidato comunista en favor de la causa palestina, como también sucediera con la suspensión, por el presidente Boric, de la recepción de las cartas credenciales del embajador de Israel, a raíz de la trágica muerte de un joven palestino en enfrentamiento con el ejército israelí.

Trasladar a Chile el conflicto palestino-israelí daña la imagen, el interés nacional y la armónica convivencia con las comunidades extranjeras. La marginación nacional del conflicto del Medio Oriente debe cuidarse, ha evitado instalar el antisemitismo y el escalamiento de la beligerancia palestino-israelí en territorio chileno, como ocurre en otros hemisferios y países, incluso en Argentina, evidenciada por los trágicos atentados que sufrieran la AMIA (Asociación Mutual Argentina Israelita) y la Embajada de Israel en Buenos Aires, que causaron más de un centenar de muertos y centenares de heridos graves.

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