Indultos y política exterior: ¿Un mismo paradigma?

Columna
OpinionGlobal, 28.01.2023
Embajadores Andrés Barbé, Jorge Canelas, Rodrigo Gaete, Carlos Klammer, Cecilia Mackenna, 
Gonzalo Mendoza, Juan Salazar, Isauro Torres, Patricio Torres y Fabio Vio

En los últimos días hemos oído de primera fuente, primero con incredulidad y luego con estupor, cómo se discute, se analiza y se coordinan algunos asuntos sensibles en materia vecinal, en los niveles más altos de decisión de la Cancillería. En un gobierno que a los tres meses de instalado ya había batido todos los récords de gafes en nuestra historia diplomática, no se puede hablar de sorpresa. Pero esta vez, el affaire del audio de la “reunión de coordinación” nos provee de una multiplicidad de síntomas que permiten hacer un diagnóstico objetivo y realista sobre las deficiencias de la actual administración y en la institucionalidad diplomática que, de persistir, pueden tener consecuencias insospechadas para los intereses cruciales de nuestro país en sus relaciones internacionales. Esto, porque los desatinos más recientes se refieren a lo más sensible de la política exterior, conformada por las relaciones vecinales.

Ya se ha hecho suficiente caudal sobre el lenguaje y las formas utilizados por la Canciller y sus asesores más cercanos, cuando se reúnen para decidir sobre materias importantes. Es cierto que las formas siempre importan, especialmente en los códigos de la diplomacia. Sin embargo, más allá de las formalidades o la falta de ellas, lo peor está radicado en el núcleo, en el origen de la gestión deficitaria del gobierno en materias internacionales.

Desde que tuvo lugar la “reunión de coordinación” hasta que finalizó la participación del mandatario chileno en la cumbre de CELAC, lo que partió como un gesto de reprensión para “poner en su lugar” al Embajador de Argentina por inmiscuirse en asuntos internos de Chile, terminó con nuestra Cancillería siendo objeto de burla y descrédito nacional e internacional como jamás se había visto antes. El cúmulo de malas decisiones, pasos en falso, errores y equivocaciones en la política exterior del actual gobierno no pueden definirse como “desprolijidad”: este último caso es una demostración más de la inexperiencia, el amateurismo, la ineptitud y la falta de criterio que ha caracterizado el manejo de las relaciones internacionales por la actual administración.

Un asunto de la mayor gravedad que expone y destaca el audio es la superficialidad con la cual los interlocutores ponen al mismo nivel un planteamiento tan importante como el referido a la plataforma continental de Chile y su proyección hacia la Antártica, junto a la decisión del Comité de Ministros sobre la minera Dominga, elevando a ésta última a la condición de Política de Estado. No hay muestra mayor de confusión entre política partidista y política de Estado, proveniente nada menos de quienes planifican la política exterior, mezclándola con un tema de la mayor relevancia para el futuro del país.

Como si lo anterior fuese poco, la “reunión de coordinación” dio a conocer opiniones descalificatorias sobre las autoridades argentinas, las que los participantes atribuyen explícitamente a la Subsecretaria de Relaciones Exteriores.  Acto seguido y como “bonus track” agregaron descalificaciones a miembros de la Comisión de RR.EE. del Senado. “Procaces, pero prolíficos”, dirían algunos…

Más allá del “lenguaje coloquial”, el intercambio de opiniones en ese grupo de alto nivel sorprende por la pobreza conceptual, la falta de visión de conjunto en las relaciones vecinales y el análisis superficial en torno a temas relevantes, lo que resulta incomprensible proveniente de quienes, al decir del presidente, “tienen una tremenda experiencia internacional”.

En ese contexto, las declaraciones del presidente Boric  en la cumbre de CELAC sobre la crisis en el Perú, superan todo límite como ejemplo de mal manejo de la política exterior vecinal, al inmiscuirse claramente en asuntos internos del Perú, precisamente lo que se quiso representar al Embajador de Argentina en el tema que dio origen al ya famoso audio. Al ponerse del lado del golpismo y de la insurrección en un país aún sensible a los efectos del autogolpe de Fujimori y al recuerdo de cientos de miles de víctimas de Sendero Luminoso y del narcoterrorismo, el presidente Boric abrió un flanco de imprevisibles consecuencias con los vecinos del Norte. El precio que se pagará en esa otra relación bilateral está aún por verse.

¿En qué se parecen los indultos y la conducción de la política exterior? Ambos tienen en común el hecho de ser, por mandato constitucional, facultades exclusivas del presidente de la República. Coincidentemente, en ambos casos, los resultados de la manera cómo ha ejercido dichas facultades el Jefe de Estado dan cuenta de ciertos rasgos que reflejan las convicciones, los valores y las certezas que conforman la aproximación que aplica a sus decisiones en cada uno de los ámbitos en los cuales ha debido decidir, con efectos poco felices, por decir lo menos. En el caso de la gestión de política exterior, esos efectos se vieron muy tempranamente. En cuanto a los indultos, ellos han sido más recientes, con poca acogida ciudadana, dada la alta preocupación por los niveles de inseguridad y delincuencia.

Haciendo un análisis detallado de las acciones y declaraciones del presidente Boric que han resultado en desencuentro con terceros países, aparece como una constante la misma lógica que ha aplicado el mandatario con los indultos, cuando no ha acertado en definir entre culpables e inocentes, entre manifestantes y delincuentes, entre víctimas y victimarios. En efecto, se da una constante que denota en la expresión de sus convicciones tanto como en su actuar, una permanente inclinación a asignar culpabilidades o inocencia en casos muy controvertidos. Hay, entre los indultos y la política exterior, la aplicación de un mismo paradigma.

En efecto, la misma lógica, asignando culpabilidad e inocencia a diestra y siniestra, como si estuviera convencido que es el dueño absoluto de la verdad, como lo hizo en los indultos, fue lo que llevó al presidente a generar un conflicto innecesario con España, a enturbiar su primera visita a los Estados Unidos con un desaire a John Kerry y al crear una tensión incomprensible con Israel, al infringir un inédito agravio a su Embajador, por citar algunos casos.

En su más reciente pronunciamiento, el jefe de Estado actúa nuevamente como el gran asignador de culpabilidad, mediante la osadía de reprender al gobierno del Perú. Al criticar la forma de ejercer la mantención del orden público y la integridad institucional, el presidente Boric se inmiscuye en un asunto que, dada la complejidad de la situación y las circunstancias que la rodean, sólo les corresponde resolver a los ciudadanos peruanos.

La analogía entre indultos y política exterior es válida, en tanto cuanto se da, en ambos temas la circunstancia que el Jefe de Estado tiene la facultad de tomar las decisiones conforme a su propio saber y entender, sin consultarlas con nadie, totalmente diferente a lo que ocurre con las decisiones, por ejemplo, en materias de política económica, cuya procedencia, conveniencia u oportunidad siempre tienen limitaciones en la Ley de Presupuesto, pasan por el estudio previo y la aprobación del Ministro de Hacienda,  y se someten a la labor fiscalizadora del Congreso, por citar sólo algunos participantes institucionales.

El presidente Boric, carente de toda experiencia en materias internacionales, requiere más que cualquiera de sus antecesores, del apoyo permanente por parte de profesionales con amplia experiencia diplomática. De no existir ese apoyo, persistirán errores cuyos efectos y costos pueden demorar décadas en corregirse.

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