Carta La Tercera, 31.10.2018 Agustín Squella
Una de las más claras y duras lecciones que la izquierda latinoamericana debería sacar del triunfo de Bolsonaro es que al votar por éste en las elecciones del pasado domingo, brasileños que antes lo hacían por el PT acabaron en realidad votando en su contra.
Y eso, según creo, por dos razones: la corrupción de los gobiernos del PT (que en Brasil es en verdad generalizada) y por la condescendencía de los gobiernos de Lula y Rousseff con regímenes que nunca han sido democráticos (Cuba) y otros que dejaron de serlo (Venezuela). Eso, más los problemas de seguridad, terminaron hastiando a buena parte de los antiguos electores del PT.
Por lo mismo, resulta difícil de entender que parte importante de la izquierda relativice el daño que a ella y a la democracia hace la corrupción y que, además, relativice el valor de la democracia cuando el daño a ésta lo hacen gobiernos de izquierda o que se dicen tales.
La izquierda no tiene ningún futuro, aquí ni en ninguna parte, si parte importante de ella sigue relativizando el valor de la democracia y de los derechos fundamentales.
