Juan Carlos y la quinta columna

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Republica, 04.08.2020
Inocencio F. Arias, embajador (r) y columnista español

Más de uno nos acordaremos bastante tiempo del momento en que nos llegó la noticia de que el Rey Juan Carlos había decidido marcharse el extranjero. Entre los que lo recordarán se encuentran los que lamentamos la estudiada campaña contra el rey emérito y los que se regocijan con la decisión del monarca a la que ellos mismos le han empujado buscando cargarse una pieza mayor.

Los que defendemos la trayectoria global de Don Juan Carlos, hay mucho más en su haber que en su debe, rememoramos especialmente hechos claves de los que ha sido protagonista y que han contribuido de forma decisiva a nuestro bienestar político y, como consecuencia, en cierta medida, al económico. Habiendo seguido de cerca el proceso yo destacaría tres de estos hechos: el acierto en designar a Adolfo Suárez para pilotar con el la transición. Otro político habría encontrado reticencias insalvables.

En segundo lugar su actuación abortando el golpe de estado del 23 de febrero. Ese día Don Juan Carlos paró la temida involución.

En tercer lugar la promoción durante décadas de la imagen y los intereses de España en el extranjero. Impecable. Sacó brillo a nuestra aureola y dio ayuda decisiva a bastantes empresas.

Todo esto hay mucha gente bien colocada interesada en olvidarlo o emborronarlo.  Son una auténtica quinta columna dedicada no a cargarse a Don Juan Carlos sino al actual monarca y al régimen democrático que nos dimos en 1978.  Los actores visibles de esta actitud son  los independentistas y los podemitas. Lo chocante de los primeros es que lleven años, con dinero público, es decir de usted y mío, dedicando enormes recursos a desprestigiar a España en el extranjero, a denigrarla. Los segundos, Pablo Iglesias y los suyos, y esto es lo llamativo, vituperan a la monarquía, zahieren al propio Felipe VI instalados en el gobierno. No es normal en países de nuestras características ver a todo un Vicepresidente  y varios ministros socavar la figura del jefe del Estado y del régimen en el que ocupan cargos importantes. Por muy aceptable que sea su ideología, resulta una anomalía tener un Vicepresidente que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid fustiga con denuedo al Rey .

Y ahora llegamos al Gobierno. El PSOE que ocupa ahora el Ejecutivo, inconsciente o me temo que conscientemente,  es cómplice descarado de esta quinta columna. Bien por las deudas contraídas por Pedro Sánchez con los que le ayudaron a llegar al poder, en definitiva con los sospechosos habituales que atentan contra la unidad de España o contra la constitución, bien por la necesidad de crear cortinas de humo para ocultar su penosa gestión de la pandemia, sus embustes, el Dinagate u otros asuntos que salpican a los dos partidos de la coalición, el actual gobierno no tiene el menor interés en defender la monarquía y, en ocasiones, parece alentar su desprestigio. Inadvertida o premeditadamente. Es el potente aprendiz de brujo de la quinta columna.

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