La amenazante sombra de Evo Morales

Columna
El Montonero, 15.10.2020 
J. Eduardo Ponce Vivanco, embajador (r) y ex viceministro de RREE peruano
Se proyecta sobre el Perú y América Latina

Bolivia decide el domingo si el candidato de Evo Morales ganará las elecciones y le abrirá las puertas de un retorno triunfal después de su escandaloso fraude en los comicios de octubre 2019 y de sus exilios en el México de López Obrador y la Argentina del peronismo kirchnerista (que hasta ahora lo protegen). Un detalle que ilustra las feas movidas para entronizar nuevamente al Movimiento al Socialismo (MAS) es la invitación del Senado boliviano a una figura tan desprestigiada como Cristina Fernández de Kirchner, como observadora privilegiada de las próximas elecciones.

El binomio del MAS está formado por Luis Arce Catacora y David Choquehuanca, los ministros aymaras que acompañaron a Morales en sus 14 años de Gobierno (el primero en Economía y el segundo como Canciller). Su filiación étnica se hizo presente en el Sur del Perú a través de las victorias de gobernadores del mismo origen en Puno, Arequipa, Moquegua y Tacna. Todos ellos compitieron por adular a Morales y ganar su favor en campos tan sensibles como la provisión de gas, ignorando la dependencia energética que generaría en beneficio de un vecino tan problemático en el ámbito geopolítico.

El candidato Arce Catacora se ha hecho bien conocido entre nosotros por figurar en fotografías y primeras planas presidiendo el equipo boliviano que viajó de Lima a Moquegua en la avioneta alquilada por una empresa del Club de la Construcción a instancias del Gobernador regional Martín Vizcarra, según reciente denuncia de El Comercio. El ahora Presidente de la República recibió a la delegación encabezada por el entonces Ministro de Economía boliviano con el propósito de concretar la participación de nuestro vecino en la expansión de Ilo y la construcción de un ferrocarril hasta ese puerto.

Pero lo que preocupa ahora es que un eventual triunfo del MAS en Bolivia no solo significaría el funesto retorno de Evo Morales, sino también el reforzamiento de alianzas políticas nefastas para América Latina: el chavismo encarnado en Maduro, la Cuba comunista, el peronismo en su versión kirchnerista y el sibilino López Obrador, con el apoyo de los Foros de Sao Paulo y Puebla, que congregan los mayores abanicos de socialistas y radicales que infectan a la región.

Candidatos como Quiroga y la Presidenta Añez se han retirado de la contienda para no dispersar el voto. No es el caso del líder cívico cruceño Fernando Camacho (17%), que sería el responsable de la derrota de Carlos Mesa (33%), principal contendor de Arce Catacora (42%). En Bolivia solo hay balotaje si ningún candidato alcanza el 50%, o cuando supera el 40% con una diferencia mayor al 10% sobre el que lo sigue. Quienes se preguntan por qué Camacho no se retira para asegurar el triunfo de Mesa sobre el MAS deberían considerar que, posiblemente, quiere mantener su caudal electoral para potenciar el radical proyecto autonómico de Santa Cruz, convencido de que el gobierno y la sierra boliviana son un lastre para la boyante economía de una región tan diferente a la altiplánica (caso parecido al de Guayaquil frente a la sierra del Ecuador).

La indeseable victoria socialista en Bolivia podría tener una lamentable incidencia electoral en el Sur del Perú, que suele inclinarse por candidatos de izquierda. Pero más allá de esa eventualidad, es claro que un gobierno de los epígonos de Evo Morales debilitaría nuestros esfuerzos para consolidar la democracia y las libertades en América Latina, además de reactivar las tensiones con Chile y regenerar las ondas expansivas que la mediterraneidad boliviana provoca entre nuestros vecinos.

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