La embajada en Buenos Aires

Columna
El Líbero, 25.11.2023
Fernando Schmidt Ariztía, embajador (r) y exsubsecretario de RREE

El vanguardista edificio de la calle Tagle 2762 en Buenos Aires, sede de la Embajada de Chile, va a tener por fin un ocupante. Hubiera preferido un diplomático de carrera, pero nadie puede dudar de las impecables credenciales de José Antonio Viera-Gallo, que por lo demás es hijo de la carrera diplomática. Lo importante es que el embajador en Argentina sea una personalidad de gran prestigio interno, transversal, pragmático, analítico, con visión de futuro, que cultive relaciones con una mirada amplia y pueda ser apoyado desde Santiago a través de un buen presupuesto y, por cierto, con una llegada personal al Canciller van Klaveren y al presidente de la República a cualquier hora de la madrugada.

La relación con Argentina es la más relevante para Chile y para cada una de sus regiones. Me referí en un artículo anterior a lo que podemos hacer entre el Norte Grande y el noroeste argentino. Igualmente, podemos trabajar mucho más el desarrollo de nuestra vinculación austral y antártica, especialmente si contamos con un presidente magallánico.

La Patagonia austral, sea chilena o argentina, nace en la práctica desde Punta Arenas. Hasta hoy en sus ciudadanos convergen lazos familiares comunes, rasgos culturales, culinarios o expresiones coloquiales de ambos países. Sin embargo, la integración de esa geografía única es insuficiente. Estábamos más integrados con ellos hace un siglo que en la actualidad. Leemos en el Acta del XXVIII Encuentro de Integración Austral, celebrado hace poco más de un año en Ushuaia, que “deben abordar(se) las situaciones que generan la ralentización de este esperado desarrollo integrado…

Al norte de Magallanes, Puerto Natales ha alcanzado un apreciable despegue turístico y el Parque Nacional de Torres del Paine hace años se convirtió en una de las imágenes postales de Chile. Al otro lado de la frontera está Calafate, el glaciar Perito Moreno y otras atracciones que, junto a las chilenas, constituyen una unidad geográfica de excepcional valor paisajístico mundial. No obstante, no se ve una suficiente promoción exterior conjunta del turismo hacia ese inmenso territorio al que llega más de millón y medio de visitantes al año, principalmente desde el exterior. ¡Cuantos más podrían hacerlo si nos dedicáramos inteligentemente a su promoción en distintos mercados, tal como ha sido acordado en varias ocasiones!

Más al sur, debemos fijarnos también en las posibilidades que abre la futura ruta terrestre en Tierra del Fuego, desde Estancia Vicuña hasta el canal Beagle. Para nosotros es vital acortar los tiempos y asegurar la comunicación entre Punta Arenas y Puerto Williams que hoy depende de una conexión marítima semanal. También es importante para Ushuaia que esa ruta se convierta en un camino alternativo al actual para conectarse con el norte argentino y ahorrarse cientos de kilómetros. ¿Cómo no unir esta aspiración con un tema vital para el desarrollo de Williams, que es recibir gas argentino? Hoy día nuestra ciudad más austral se calefacciona todavía a leña. ¡Nada más contradictorio con el discurso ambiental en vísperas de COP 28 en Dubai! Peor aún. No hay motivos importantes, que sepa, que impidan la construcción de dicho gasoducto cruzando el canal Beagle, ya que el gas argentino sí llega a Punta Arenas.

En cuanto al turismo antártico, durante la temporada pasada (2022/2023) desde Ushuaia se embarcaron hacia la Antártica más de 96 mil pasajeros en 52 cruceros que recalaron 407 veces en esa ciudad. Para la temporada en curso se calcula serán unos 117 mil pasajeros. Por el contrario, desde Magallanes llegaron al continente helado, unas 7 mil personas, la mayoría por vía aérea. En otras palabras, Chile está muy rezagado en el desarrollo turístico antártico. Esta actividad dejó en ambos países entre 500 y 700 millones de dólares de los cuales Chile recibió entre 40 y 50 millones. Las cifras hablan por sí mismas.

Hemos desarrollado una buena estrategia para captar la atención de los Programas Nacionales Antárticos en Punta Arenas, que reditúa al año entre 80 y 100 millones de dólares en operaciones de avituallamiento, combustible y logística, pero aún podemos crecer más de contar con un adecuado plan que permita el desarrollo de una industria antártica nacional que atienda también las necesidades de astilleros, especialistas, servicios de todo tipo.

Una integración real con Argentina en esta región compartida se va a dar cuando logremos simetrías, cuando tengamos algo que ofrecer. De allí la importancia de despejar simultáneamente escollos autoimpuestos como la navegación por el canal Cockburn que acorte la ruta hacia la Antártica, practicajes caros, mapeamiento de fondos marinos, servicios migratorios, IVA de productos y servicios, regulación de transbordos en altamar, acelerar la ruta que atraviesa Tierra del Fuego, etc. En otras palabras, Magallanes ofrece mucho para construir una relación profunda con nuestros vecinos, aunque tenemos trabajos internos pendientes.

Si algo admiré de la estada de Daniel Scioli como embajador argentino en el Brasil de Jair Bolsonaro fue que más allá de su intensísima labor como promotor de las exportaciones a Brasil, de la creación de cámaras de comercio binacionales, o cultivar incansable y personalmente la relación con los gobernadores de las provincias o estados de ambos países, Scioli logró llegar al epicentro del poder brasileño cautivando la amistad de miembros de la muy influyente familia de Bolsonaro, de una buena parte de los Ministros y de los asesores del Presidente de la República en el Palacio de Planalto.

Llegó a la embajada argentina en Brasilia en medio de declaraciones burlonas de Bolsonaro y de su ministro de Economía, meteduras de pata de Fernández y un conjunto de descalificaciones recíprocas a nivel presidencial. Sin embargo, hizo que predominara un espíritu de vecindad y un mecanismo de control de daños que permitió aislar los titulares de prensa, de lo fundamental de la relación.

Pienso que Viera-Gallo tiene más destrezas, mucho más tonelaje intelectual y cultural que Scioli, y puede lograr que la agenda bilateral en los próximos dos años sea propositiva, activa, imaginativa, complementaria, franca y honesta. Es decir, a pesar de las diferencias ideológicas de partida, la relación no sólo no está condenada al fracaso, sino que, con una sólida base en aspectos que preocupan a las regiones, puede llegar a mejorar con la Argentina de Milei.

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