Las presiones que enfrentará China en un mundo post crisis

Columna
Infobae, 09.04.2020
Felipe Frydman, licenciado en Economía Política (UBA), Master en Economía (U. de Boston), ex embajador argentino y miembro del CARI

Los pronósticos apocalípticos arrecian al compás de la pandemia del coronavirus que comenzó en un mercado de Wuhan en diciembre y cuya gravedad recién fue reconocida por la OMS el 11 de marzo cuando ya había atravesado todas las fronteras. Europa y los Estados Unidos son los más afectados porque al momento de declarar la emergencia sanitaria ya contaban con un número elevado de asintomáticos.

Europa, Estados Unidos, Japón y el FMI han comenzado a inyectar liquidez en los mercados para reemplazar los ingresos perdidos por los sectores paralizados y evitar el quiebre de las cadenas de pagos. La demora en contener la expansión de la pandemia pondrá una mayor tensión en las posibilidades de continuar aumentando la deuda y mantener la estabilidad del valor de las monedas.

El manejo de la crisis en los Estados Unidos cuestiona las posibilidades de reelección de Donald Trump, aunque los candidatos demócratas tampoco han ofrecido alternativas. Las referencias amistosas a Xi Jinping no ocultan el fortalecimiento de los sectores que propugnan una política más dura frente a la amenaza china. Esto se vio reflejado en la reciente aprobación de la Ley Taipei, aprobada por unanimidad por la Cámara de Representantes, o en la reducción de periodistas chinos en los Estados Unidos en represalia por medidas similares adoptadas por China contra periodistas norteamericanos. Estados Unidos también adoptó nuevas restricciones con el régimen de Nicolás Maduro y se negó a flexibilizar las sanciones contra Irán.

La Unión Europa afronta una nueva crisis frente a los requerimientos de financiamiento de los países más afectados por el coronavirus. Los países del norte no aceptan la emisión de bonos europeos por el riesgo de transformarse en los pagadores de última instancia ante los niveles de endeudamiento de Italia y España. La crisis también reveló las falencias para diagramar una política común; las políticas nacionales constituyeron una barrera para el accionar de la Comisión Europea.

Todo pareciera indicar que China podría surgir de la crisis fortalecida y con una buena imagen internacional convalidada por envíos de ayuda a los países afectados en forma similar a lo que hacía la Unión Soviética para demostrar la superioridad de su sistema. Pero China también enfrentará la caída de la producción y tampoco podrá recurrir al masivo endeudamiento que realizó al momento de la crisis 2007/08. No es difícil imaginar que el presidente Xi deberá enfrentar con tiempo el surgimiento de una oposición en el seno del PC que cuestionará las fallas en el manejo de la crisis sanitaria, sus deseos de perpetuarse en el poder y la política internacional de tensar las relaciones con los Estados Unidos, Japón y miembros de ASEAN.

Las señales muestran que las medidas para contener la expansión del coronavirus están dando resultado, pero también el mundo que emergerá de esta crisis estará más empobrecido, con más conflictos sociales y tardará algunos años en volver a los niveles del 2019. Las dificultades económicas acentuarán las recriminaciones a pesar de que todos comprenden la interdependencia de las estructuras productivas. Los Estados Unidos acentuarán las presiones sobre China para reclamar mayor apertura y transparencia para evitar la repetición y las fallas del sistema político para integrarse al mundo en todas sus dimensiones.

La acrimonia entre los Estados Unidos y China requerirá un delicado equilibrio para evitar un enfrentamiento que ponga en peligro los atisbos de recuperación en un futuro. Los Estados Unidos continúan siendo el poder hegemónico en términos económicos y financieros a pesar de la pérdida relativa de posiciones en las últimas dos décadas y la economía china sigue dependiendo de la demanda externa para sus sectores claves. El llamado del G20 de profundizar la cooperación estará condicionado por el devaneo de querer aprovechar la coyuntura para reclamar una interlocución ajena a las posibilidades reales. La sobreactuación de China no constituye una señal positiva para evitar un conflicto mayor.

No hay comentarios

Agregar comentario