Las relaciones con Chile, sin temor

Columna
Página Siete, 08.04.2023
Albaro Gonzales Quint, abogado y diplomático boliviano

Pasó otro Día del Mar entre ofrendas, discursos y desfiles. En lontananza los puertos del progreso. Llama la atención el desconocimiento de nuestras relaciones con Chile. Hagamos un repaso de los viejos y nuevos puntos planteados.

Culpar a la oligarquía minera boliviana y a otros intereses imperialistas es simplificar la historia. La Guerra del Pacífico fue un conflicto fuertemente librado en el mar. Bolivia no contaba con ningún buque de guerra y fue el Perú el que se enfrentó solo a Chile. En verdad, el mayor héroe de esa campaña fue el Almte. Miguel Grau.

Es cierto que los mineros bolivianos tenían intereses muy claros vinculados a capitales anglo chilenos, sin embargo, ¿por qué cuando Chile invadió Antofagasta la población boliviana en dicho puerto no llegaba ni al 15%? Roberto Querejazu Calvo describe cómo el Litoral boliviano se encontraba tomado por extranjeros.

El estado del arte de la reivindicación marítima es incomprensible y hasta incoherente. Si el fallo de la CIJ abre la posibilidad de acercamientos que lleven a diálogos y negociaciones significativas, entonces no podemos pretender imponer a Chile “derechos irrenunciables y constitucionalizados”.

Penosamente, el interés hemisférico por la causa marítima se ha perdido. Nuestras representaciones en el exterior no han podido reposicionar el tema, ni en la OEA ni en el diálogo bilateral con los vecinos. Serviría de mucho que la Cancillería designe un Cónsul General en Santiago del más alto nivel político y diplomático.

Sobre las aguas del Silala, se debe aclarar nuevamente que no se trata de ejercer derechos soberanos. Son aguas compartidas y si Bolivia desea desmantelar los canales artificiales ya tiene, en su favor, la aceptación de Chile siempre que se cumpla el Derecho Internacional, no boliviano.

En relación con el Libre Tránsito, el Tratado de 1904 solo ha consolidado dicho régimen en Arica y Antofagasta. Corresponde a Bolivia insistir en habilitar otros puertos, como Iquique. Sí, corresponde aclarar que la “privatización” de puertos reclamada por Bolivia en realidad es una concesión de operación. La autoridad portuaria pública de Chile sigue existiendo y debe cumplir con las previsiones del Tratado de 1904 e instrumentos posteriores. Adicionalmente, debemos decir que AADAA y ASPB fueron siempre intermediarias entre la empresa portuaria de Chile y los importadores bolivianos, empero su labor nunca fue gratuita y resultó en una mayor carga económica para el sector privado boliviano.

Sobre el litio, no pude encontrar algo sobre el interés del presidente de México. Lo que puedo recordar es que, en el gobierno de Jaime Paz Zamora, Bolivia pudo tomar la vanguardia en la producción y exportación de litio. Una entidad en Potosí denominada Ciresu (similar a Comcipo) se opuso al contrato con la Lithco y dicha empresa prefirió marcharse a trabajar en salares de los países colindantes.

El contrabando y el narcotráfico son problemas mayúsculos en nuestras fronteras con Chile, país que ciertamente debe apoyar la lucha contra el crimen organizado. De consuno, habrá que decir que la responsabilidad principal la tiene Bolivia. En materia migratoria vale la pena insistir en un régimen de movilidad amplio e irrestricto.

Cuando no se trabaja previamente en lobby vienen las respuestas que no queremos. El Gobierno de Chile ya ha adelantado que no hablará del mar y tampoco tiene interés en la propuesta boliviana de exportadores del litio. Con ello, la reunión comunicada por el vicecanciller boliviano para abordar los siete puntos es una declaración de buenas intenciones, en realismo, un “bluff”.

El presidente Boric pudo ser un buen aliado. En el camino, Bolivia continuó tratando a Chile como un deudor moroso. Cuando se sugiere una nueva etapa de relaciones, ¿qué propone Bolivia? La Cancillería no parece haber trabajado en documentos con proposiciones a sus pares en Chile y Perú. Sería muy útil conocerlas.

Hoy, Chile tiene como canciller a Alberto Van Klaveren, un conocido diplomático, uno de los padres de la Agenda de 13 Puntos, inaugurada por Evo Morales y Michelle Bachelet. También está Carolina Valdivia, quien buscó acercamientos y negociaciones con los vicecancilleres de Bolivia sin haber obtenido respuestas promisorias. Le toca a Bolivia. Es tiempo de promover, sin temor, cambios en la vieja casa de Plaza Murillo, donde se ejecuta la política exterior.

La Cancillería no parece haber trabajado en documentos con proposiciones a sus pares en Chile y Perú.

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