Malvinas: deudas y desafíos

Columna
La Nación, 02.04.2022
Graciela R. Salas, especialista en Derecho Internacional Público y docente (U. Blas Pascal)

El tema Malvinas nos interpela por su inmensidad y significación para nuestro país, superando el reclamo territorial. Sin embargo, su tratamiento está lejos de recibir el tratamiento preciso que requiere, no sólo como cuestión territorial, pendiente desde 1833, sino por sus recursos naturales, incluyendo la economía azul.

Cada aniversario de la gesta de 1982 se vuelve sobre los antecedentes de la posición argentina, con errores en ocasiones. Para solucionar ese problema sería importante recordar que en 1960 la Asamblea General de las Naciones Unidas dictó la Resolución 1514 (XV) Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales, que establece la incompatibilidad con la Carta de la ONU de todo intento de quebrar la integridad territorial de un país. Así, en 1964 el alegato Ruda, presentado por el embajador argentino en el Subcomité III del Comité Especial encargado de examinar la situación con respecto a la aplicación de dicha resolución, logró la incorporación de la cuestión Malvinas en la nómina de territorios sometidos a colonialismo, y la obligación de ambas partes de avanzar hacia la solución de esa situación. Posteriormente el tema Malvinas atravesó diferentes etapas en el seno de las Naciones Unidas, la primera de ellas entre 1964 y 1982 y la segunda desde 1982 a la actualidad. En la primera el tema pareció dirigirse hacia una solución pacífica a largo plazo, hasta que ese camino se detuvo cuando Gran Bretaña dejó de negociar respecto de la cuestión de fondo: la soberanía. La segunda etapa, es la que nos convoca hoy, en tanto el conflicto armado de 1982 colocó a las islas Malvinas en el mapa de los intereses mundiales, de los que había estado ausente hasta ese momento.

Desde entonces, la disputa pasó de la mera cuestión de los antecedentes históricos a la fundamentación en principios jurídicos de especial desarrollo en el actual derecho internacional. Así la Argentina invoca principios como el uti possidetis juris de 1810, con fundamento en la sucesión de estados en los derechos de España en la región, pero esencialmente el de la integridad territorial, del que fue privado ilegal e ilegítimamente por el uso de la fuerza por Gran Bretaña (1833) posición ésta que ha merecido el apoyo de numerosos estados, tanto en Naciones Unidas, como en la OEA y en otros foros internacionales. Los británicos por su parte intentan aplicar el principio de autodeterminación de los pueblos, aduciendo que ante cualquier decisión debe respetarse la decisión de sus habitantes. La Argentina rechaza esta posibilidad, ya que los habitantes de las islas no constituyen un pueblo con derecho a ejercer el principio de autodeterminación, por haber sido implantado por el ocupante, dejando a salvo sus intereses, conforme lo establece la Constitución Nacional, y por integrar las islas nuestra Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

Luego del conflicto armado de 1982, el Reino Unido persiste en una ocupación, cuya ilegalidad no fue resuelta por la rendición de las fuerzas armadas argentinas el 14 de junio de 1982. Para ser más precisos, esa ocupación continúa siendo tan ilegal como lo fuera desde 1833. A ello debe agregarse la negativa de Gran Bretaña a negociar una solución pacífica a esta controversia y a informar al Comité de Descolonización cuáles son las medidas adoptadas para resolver esa situación de colonialismo. Incumple así con lo que es de la esencia del actual sistema de Naciones Unidas respecto de los territorios en los que persiste una condición similar: la obligación de lograr que se transite hacia una solución pacífica.

Entretanto, la economía de las islas Malvinas, otrora dependiente de la producción de lana, hoy ve multiplicados sus recursos con las concesiones de pesca.

 

Las deudas

Un capítulo especial es el que inscribieron nuestros soldados. En efecto, su regreso, desconocido para la mayoría de los argentinos, no los ocultó de cada uno de nosotros, que les hemos reservado un monumento en nuestro corazón.

Entre esos combatientes posiblemente el más olvidado fue el pequeño grupo de las mujeres que prestaron servicios en el área sanitaria de las fuerzas armadas argentinas durante el conflicto armado. Ellas acompañaron a los combatientes en los momentos más difíciles, regresaron también en silencio y continuaron con su trabajo.

Pero existen otras deudas pendientes: la identificación de quienes dejaron su vida en nuestras islas Malvinas, algunos de los cuales aún yacen en el cementerio de Darwin como “soldado argentino sólo conocido por Dios”. Aquí debemos recordar que este conflicto armado, constituyó la primera vez en que se aplicaban en su totalidad las Convenciones de Ginebra de 1949 e instrumentos conexos. Eso significó que ambos bandos debían respetar determinadas reglas. Entre esas obligaciones se encuentra todo lo relativo a los prisioneros, heridos y fallecidos y también el mantenimiento de los lugares donde yacen estos últimos. Es en este orden que cumple un papel importantísimo la Cruz Roja Internacional y la potencia protectora, rol que desempeñó en nuestro caso Brasil, con el cual debe colaborar la potencia ocupante. Si bien se debe reconocer que los británicos se han preocupado en mantener ese cementerio en condiciones dignas, también es necesario remarcar que de eso obtienen beneficios turísticos dado que para un argentino es un lugar de culto obligado ni bien se pisa territorio malvinense.

Y es esta otra de las deudas pendientes, porque la tarea no se ha cumplido aún, a pesar del transcurso de tantos años, y tal parece que a esos soldados sólo los acompañan el silencio y el viento de Darwin.

 

Los desafíos

Desde 1982 el mundo ha cambiado y este conflicto colocó a las Malvinas en el mapa del mundo, especialmente a sus recursos naturales. Así este enclave de colonialismo avanzó hacia la explotación de los abundantes recursos pesqueros del Atlántico Sur y la posibilidad a futuro de hidrocarburos. Pero el conflicto tuvo otros efectos: colocar nuevamente a las islas Malvinas en un escenario de intereses geopolíticos, por su proximidad al estrecho de Magallanes y al paso por el Pasaje de Drake, es decir la comunicación entre los océanos Atlántico y Pacífico, que fue en definitiva la importancia que revistió en el Siglo XIX.

 

Otra de las razones para el mantenimiento de Gran Bretaña en estas islas es la vinculación con la Antártida para la posición británica, ya que uno de sus fundamentos para reclamar sector en el continente helado se apoya en su pertenencia a las dependencias de las islas Malvinas, y allí entraríamos en otra controversia territorial entre ambas partes, de características totalmente diferentes.

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