Reina Isabel II

Carta
El Mercurio, 19.09.2022
Carlos Klammer Borgoño, embajador (r) y exdirector del Ceremonial y Protocolo

En noviembre de 1968, recién ingresado al Servicio Exterior, formé parte de la comitiva encargada de preparar y participar en la visita de Estado de la reina Isabel a Chile, como el último funcionario de la Dirección del Protocolo, a cargo del actual embajador Emérito Mariano Fontecilla Concha.

Fue una visita complicada en su etapa previa, porque faltando menos de una semana para el arribo de la reina y su comitiva, el Palacio Cousiño sufrió un grave incendio, lugar originalmente previsto para su alojamiento.

La visita de Estado duró ocho días y abarcó las ciudades de Santiago, Valparaíso y Pucón. En el sur permanecimos tres noches en el Hotel Antumalal. Entre las múltiples actividades, acompañé al príncipe Felipe en un día de pesca en el lago.

Al día siguiente amanecí con una fuerte amigdalitis y altísima fiebre. Enterada la reina de mi dolencia, envió a su médico personal para que me tratara, y antes de finalizar el día, acompañada por Mariano Fontecilla, me visitó para enterarse de mi mejoría.

Transcurridos casi 25 años, volví en los 90 a encontrar a su majestad la reina Isabel II en el Palacio de Buckingham, acompañando al presidente Aylwin como su director de Protocolo, oportunidad en que recordé su gesto de 25 años atrás, con el funcionario de menor grado de la comitiva chilena que la recibió en Chile.

No hay duda de que su sencillez y calidad humana fueron un sello que caracterizó su magnífico y largo reinado.

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