Relaciones internacionales de Estado

Columna
La Segunda, 28.12.2021
Samuel Fernández Illanes, abogado (PUC), embajador (r) y académico (UCEN)

El carácter de Estado de las relaciones internacionales ha vuelto a plantearse. Se considera conveniente y necesario, sobre todo, porque procura representar objetivos nacionales comunes por sobre contingencias ocasionales. No obstante, como conducta exterior permanente, la tarea es más desafiante: por la velocidad con que evolucionan el ámbito internacional, la diplomacia bilateral o multilateral, las políticas exteriores de los demás Estados, y hasta la propia juridicidad mundial, entre las que más inciden, y sin dejar de considerar aquellas practicadas precedentemente. Su éxito también estará condicionado al orden imperante y las prioridades de los demás actores, no siempre coincidentes y hasta posiblemente contrarios; el voluntarismo no basta para que prosperen.

Por tanto, deben basarse en principios sólidos, normas claras, apoyo irrestricto de la ciudadanía, y una diplomacia efectiva y flexible al ponerlas en práctica. Usualmente la integran los temas limítrofes y la defensa de la soberanía, sin injerencias foráneas. Aunque sean sensibles, pues confrontan conflictos existentes o potenciales, y acciones contrapuestas. Se añaden la defensa del régimen democrático, libertades y derechos humanos fundamentales como normas rectoras, si bien no siempre similares a las de otros países o potencias poco dispuestas a modificar sus conductas. Se requiere pragmatismo, respecto al derecho, cumplimiento de tratados y compromisos, para ser confiable y participar en organismos, sin modificaciones unilaterales. También han surgido nuevos temas mundiales, como el medio ambiente, igualdad de género, pueblos originarios, desarrollo social, combate al terrorismo y crimen organizado, presión migratoria, acceso a nuevas tecnologías y vacunas, entre otros, que necesitan decisión sin que haya consenso de cómo atenderlos.

En las relaciones de gobierno, en cambio, hay derecho a posiciones propias y prioridades con ideologías afines, sin renuncias a las de Estado, aunque no tengan apoyo unánime en lo interno o en lo externo. Toda práctica exterior puede seguir la orientación gubernamental deseada, así encuentre inevitables oposiciones. Las políticas de Estado y de gobierno, en definitiva, no son lo mismo, ni deben mezclarse para confundirlas. Conviene tenerlo presente.

No hay comentarios

Agregar comentario