Tiempo de definir

Columna
El Líbero, 09.09.2023
Fernando Schmidt Ariztía, embajador (r) y exsubsecretario de RREE

Aún quedan dos días para el aniversario del 11 de septiembre. Llevamos meses inmersos en lo ocurrido hace 50 años, enfrentados. Mientras tanto, un proceso de polarización global sigue su curso, inconmovible.

Como afirmaba hace unos días la ex subsecretaria de RR.EE., Carolina Valdivia, en La Tercera -a propósito de la reunión de los presidentes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS)- el mundo se tensiona cada vez más en torno a un doble desafío: la desconfianza hacia el sistema internacional basado en reglas conocidas, y la aspiración por una distribución más uniforme del poder mundial. Esto acarrea un reacomodo de las alianzas políticas y geopolíticas ante el cual Chile debería asumir una posición de país pragmática, pero dentro del orden internacional liberal y de sus instituciones.

La ampliación de los BRICS a nuevos miembros fue la imagen predominante de la reunión presidencial de fines de agosto en África del Sur. Este año incluyeron a Argentina en el club, pero el proceso seguirá en 2024 en la reunión de Kazán, en Rusia, y es probable que otros latinoamericanos se integren al mismo (¿Bolivia, Cuba, Venezuela?). Sin embargo, estas ampliaciones son instrumentales para alcanzar el objetivo mayor que es reemplazar el orden político y económico que nos ha regido hasta ahora. Se trata de construir un “Sur Global” en contraposición a occidente y los valores que hoy nos rigen.

¿En qué consiste el cambio? Si tomamos la Declaración Final de los BRICS en Sudáfrica como referencia, varios temas se afirman o insinúan. Por ejemplo, se pretende que la ONU sea más democrática pero no aclaran qué implica. ¿Querrán que ciertas normas de derecho internacional, construidas por siglos, pueden quedar sometidas a una cambiante voluntad mayoritaria o a un prisma civilizacional? ¿Que la Asamblea General asuma un papel más protagónico en la futura gobernanza mundial?

En derechos humanos, me parece que los BRICS tratan de relativizarlos cuando afirman que el derecho al desarrollo debe ser equivalente y con el mismo énfasis que los ya establecidos, o que estos deben abordarse de manera constructiva. ¿Querrá decir que sería permisible que un estado desarrollado en lo económico o social puede incurrir en faltas a la libertad de expresión?

En cuanto al comercio internacional, nadie podría estar en desacuerdo con alcanzar un sistema “abierto, transparente, justo, predecible, inclusivo, equitativo, no discriminatorio y fundado en un sistema multilateral de comercio basado en normas”. Sin embargo, algunos de estos conceptos son interpretables políticamente. Desde luego, el que establece, poco más adelante, “un trato diferenciado hacia los países en desarrollo”. Estados muy relevantes que se dicen liberales, consideran sectores de su economía como subdesarrollados. Temo que estos objetivos de los BRICS y sus asociados –entre los que están algunos de nuestros principales socios comerciales– oculten un regreso al proteccionismo. Lo anterior es más claro cuando se refieren a la seguridad alimentaria.

Los BRICS también plantean un cambio al sistema financiero multilateral. Es necesario hacerlo, pero conviene analizar qué hay detrás de la “Red de Seguridad Financiera Global” que proponen, o qué significa política y prácticamente una reforma al sistema de cuotas al FMI para Chile, o cómo se garantiza un comercio internacional confiable cuando los pagos se realizan en monedas nacionales, o cual va a ser el papel real del Nuevo Banco de Desarrollo en la arquitectura financiera multilateral.

Por otro lado, plantean una solución a la deuda externa de algunos estados sin tener muy en cuenta criterios como la responsabilidad fiscal o la corrupción. Antes bien, el peso de la culpa estaría para ellos en la cicatería del mundo desarrollado y en las instituciones multilaterales y sus políticas.

¡Cómo no va a ser preocupante que los BRICS condenen por un lado el uso de medidas coercitivas en general, y por otro sugieran que la paz en Ucrania y en varias otras partes se alcance a través de la diplomacia, el diálogo o “consultas inclusivas de manera coordinada y cooperativa”! Todos queremos la paz, pero no hay una sola reflexión sobre lo injusto que sería la consolidación de las ganancias territoriales de un estado agresor como Rusia.

Podríamos seguir eternamente analizando una declaración de 93 puntos que incluye de todo, pero lo importante es reiterar que esta reunión, así como la que acaba de tener lugar entre los países del Sudeste asiático (ASEAN), brutalmente anulada en sus efectos por las presiones chinas en la región; o la seguidilla de golpes de estado en África en este mes y medio, que han socavado fuertemente la influencia de Francia provocando un vacío, forman parte de una estrategia más amplia de alcance mundial donde en última instancia está presente un desafío al orden que defendemos.

Mientras en Chile estamos absortos por el pasado, muchos países van tomando posiciones en esta polarización. Algunos lo hacen con una estrategia de dos caras, como los ricos estados del Golfo y Arabia Saudita, que apuestan por participar en la arquitectura financiera emergente de los BRICS a la vez que se erigen como epicentros del futbol, de la cultura o, a través del control de empresas emblemáticas como Telefónica de España, en pivotes de la toma de decisiones en temas tecnológicos.

Hoy sábado, cuando preparamos la llamada Declaración de Santiago del lunes, comienza en Nueva Delhi la reunión del G20 bajo la sombra de tensiones políticas entre India y China, país al que no le resulta cómodo este foro en que participan los Estados Unidos. Prefieren claramente los BRICS, donde desempeñan un indiscutido liderazgo y pueden forjar las alianzas que necesitan para reordenar el mundo. En casa, el debate interno no ayuda para nada a prevenir unidos el futuro de nuestro país de cara a los polarizados tiempos que se avecinan.

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