Un asunto trilateral

Carta
El Mercurio, 01.02.2021
José Rodríguez Elizondo, abogado y periodista

Respecto al tema de la plataforma marítima extendida, como en el caso de otros problemas vecinales, parto de la base de que los problemas de tres no pueden tratarse como si fueran solo de dos. Me explico:

1. Si las posiciones en la Antártica de Argentina, Chile y el Reino Unido se traslapan, en algún momento habrá que negociar posiciones contrapuestas entre tres.

2. Entre 1979 y 1982, la reclamación de soberanía argentina sobre las islas Malvinas/Falkland (nomenclatura oficial chilena) se demostró como un tema conflictivo entre tres. Entonces, Chile no pudo ser incondicional en su apoyo a Argentina, amenazado como estaba en la zona del canal Beagle por el régimen agresivo del general Leopoldo F. Galtieri.

3. Si no se respeta el Tratado de 1984 entre Argentina y Chile, puede crearse una nueva situación conflictiva, que comienza por ser bilateral, pero que puede convertirse en trilateral si se le adiciona el tema antártico.

Desde esa perspectiva, he sostenido en mis libros y actividad académica que nuestra mejor relación con Argentina es, para ambos países, un deber ser histórico, político, económico, estratégico y geopolítico.

El arte de la diplomacia consiste, por tanto, en compatibilizarla con nuestra excelente relación con el Reino Unido, que tiene presencia económica, estratégica y geopolítica en el Cono Sur de la región. Dicho en corto, la amistad chileno-argentina no puede ni debe implicar enemistad con este tercer actor.

Sobre esa base he planteado —y sigo planteando— lo disfuncional de un apoyo sin matices a la pretensión argentina sobre las islas Malvinas. Creo que más convendría a los tres países involucrados que Chile tuviera un rol de honest broker. Esto es, de un mediador eficiente, capaz de inducir y conducir negociaciones ad-hoc entre Argentina y el Reino Unido, con base en la realidad geopolítica y en los avances de Argentina respecto al reconocimiento de sus derechos.

Agrego que Chile ya tiene la mala experiencia propia, desde 1949, de haber tratado como bilateral la aspiración marítima de Bolivia.

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