Columna Realidad & Perspectivas, N*126 (junio 2024) Milos Alcalay, embajador (r) y exviceministro de RR.EE. venezolano
A muy pocos días de la fecha fijada para las elecciones presidenciales del 28 de Julio, María Corina Machado se ha convertido en un fenómeno que arrastra emociones políticas y espirituales masivas. Las concentraciones son espontáneas de cientos de miles de seguidores a lo largo y ancho del país ven en ella a la líder que asegura el cambio tras un cuarto de siglo de destrucción. Al ser inhabilitada ilegalmente por el régimen, logro transmitirle su fuerza a la candidatura del diplomático Edmundo González, quien era un desconocido en el ámbito político nacional. El respaldo abierto de la ganadora de las primarias con el 93% de los votos, ha podido sumar su caudal electoral al de los Partidos integrantes de la Plataforma Unitaria, y fuera de ella, convirtiendo al internacionalista en al candidato unitario con un porcentaje que supera en más de 20% a Maduro en las encuestas serias.
Los 10 candidatos supuestamente “opositores” llamados “alacranes” por el apoyo del Gobierno, no llegan todos a un 4% de los votos. El gran respaldo de González en las bases, incluyendo a electores liberales, chavistas, socialdemócratas, socialcristianos, conservadoras e independientes de diferentes sensibilidades políticas, sigue creciendo.
Los electores saben que estas elecciones no son ni justas ni libres al percibir los atropellos de quienes ostentan el poder. El binomio María Corina-Edmundo no es tratado como un adversario electoral sino como un enemigo al que hay que aplastar. Pero aun así están dispuestos a ir a las urnas para enfrentar de esta manera las inhabilitaciones, detenciones arbitrarias, cierre de hoteles, restaurantes y empresas que en alguna forma atienden los recorridos por el país de María Corina. Cada día el régimen inventa nuevas trampas, provocaciones, actitudes fraudulentas. En los medios oficiales de radio y televisión, se transmiten de manera permanente mentiras, odio y desinformaciones, mientras que en los medios privados se impone la autocensura para evitar que sean cerrados.
Adicionalmente, se trata de una campaña muy corta, pero con una transición demasiado larga. El periodo de espera para conocer el resultado real abre, sin embargo, un largo periodo en el que todo puede suceder, ya que la Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo, la Contraloría, la Fiscalía y todos los poderes, están en manos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
El anuncio de Maduro de que su negociador eterno, Jorge Rodríguez, se reunirá con dirigentes de los Estados Unidos, es visto con profunda desconfianza por los opositores, por haber visto en todas las oportunidades anteriores el desconocimiento de lo acordado, una vez logrados sus objetivos. A pesar de ello, es muy importante que los acuerdos de Barbados sean exigidos por Estados Unidos, la Unión Europea, y países de Latinoamérica especialmente Chile, Brasil y Colombia.
La convicción de la necesidad de cambio en la población venezolana es tan fuerte que, si no se asegura el resultado del “landslide” electoral que parece evidente, podrían surgir explosiones populares en todo el país, el aumento de la emigración masiva –que ya hoy representa a 8 millones de refugiados–, y el efecto de desequilibrio que ocasiona este éxodo masivo para la región.
La única forma para asegurar una elección en dictadura es exigir internacionalmente que se respeten los resultados electorales. Nada fácil porque hasta ahora, el régimen siempre ha desconocido sus compromisos. Ese es el desafío.