Venezuela, una nueva esperanza

Columna
Revista Realidad & Perspectivas, N*101 (noviembre 2021)
Milos Alcalay, Embajador (r) y ex viceministro de RREE venezolano

Noviembre fue un mes horribilis para América Latina, ya que la represión y el engaño sacudieron a los ciudadanos de Venezuela, Nicaragua y Cuba, quienes han visto frustradas sus expectativas por lograr la reafirmación de la libertad, la democracia y la vigencia de los derechos humanos.

Las elecciones de Venezuela del día 21, no se caracterizaron por ofrecer una alternativa de cambio que permitiera a la ciudadanía expresar de manera libre su opción. Fueron, una vez más, un mecanismo amañado para reafirmar la dominación totalitaria del actual régimen.

La principal protagonista de la jornada fue la abstención. Según las cifras oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE) alcanzó a un 58%. Algunos analistas opinan que ésta cifra fue abultada, lo que se evidencia por la ausencia de votantes en las filas de los colegios electorales, a los que debe sumarse la diáspora de 6 millones de venezolanos. Fuera de la frontera no pudieron votar.

Pero no fue una abstención pasiva. Más bien refleja el cansancio de la población después de más de 22 años de desaciertos, que se debe interpretar como una condena a ambos sectores que participaron: el oficialismo y el grupo de partidos tradicionales denominado G4 que aceptó participar en las elecciones. La caricatura de estas elecciones es presentada en los espacios de televisión y radio controlados por el régimen, como un triunfo del amor, del diálogo, del reconocimiento a las realizaciones de Chávez y de Maduro. Obviamente, no destacan las penurias de los venezolanos por el colapso económico, social, político y ético.

El día de las elecciones la prensa oficial ignoró los graves incidentes de “los puntos rojos”, mecanismos de control de los votantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Tampoco informó sobre la anulación de votos, ni los atropellos contra los electores realizados por los colectivos, ni la apertura de los centros electorales después de la hora de cierre para movilizar a electores multi-cedulados. Nadie cree en las declaraciones del oficialismo, presentando un mapa rojo-rojito con 20 gobernaciones del PSUV y 3 de relativa oposición. Ello no refleja la realidad política del país ya que no se pueden calificar estas elecciones como libres y justas.

María Corina Machado, dirigente del Partido Liberal Vente Venezuela, afirma que no fue una elección, sino una simulación que adjudica espacios sin poder real y que hay que deslegitimar y desestabilizar la tiranía. Desde el CNE, la televisión promovió hasta el cansancio las declaraciones de los aliados incondicionales del régimen –como Juan Carlos Monedero, Piedad Córdoba, el ex presidente del gobierno español José Luis Rodriguez Zapatero– con declaraciones de clara injerencia. Estos falsos observadores insultaron a la oposición venezolana, aplaudieron “la transparencia” de Maduro y acusaron al imperialismo de todos los males de Venezuela y, especialmente, de manipular las elecciones.

La gran esperanza es que, igual que en el caso de Cuba, la realidad haga que el mapa político venezolano pueda cambiar con nuevos protagonistas. Por otra parte, los integrantes de la Misión de Observación Electoral (MOE) de la Unión Europea (UE) recibieron amenazas de Maduro, Diosdado Cabello y del CNE quienes, a pesar de que Josep Borrell –líder europeo para asuntos exteriores– ayudara a oxigenar las elecciones, minimizaron los estándares de la UE, que son de obligatorio acatamiento. El régimen, después de invitarlos como observadores (por primera vez en 15 años, ya que la UE durante esos tres lustros se negaron acudir bajo las reglas de acompañantes silenciosos), los acusó como “espías”, al verificar que su informe no fue incondicional. Por supuesto los enviados europeos no cedieron ante las amenazas y reiteraron sus conclusiones. Ahora, la gran esperanza es que, igual que en el caso de Cuba, esta realidad haga que el mapa político venezolano pueda cambiar con nuevos protagonistas.

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