Editorial OpinionGlobal, 31.12.2023
Dos graves guerras (Rusia-Ucrania e Israel-Gaza), el perenne conflicto armado en Sudán y los recientes golpes de estado en África (partiendo por Níger), así como una serie de 50 elecciones venideras que, en el corto plazo, definirán la situación política y económica de diferentes países, son algunas de las condicionantes del alto nivel de inestabilidad y de inseguridad internacionales que se evidencia en el mundo en la actualidad.
Conflictos externos y convulsiones internas los ha habido siempre. Sin embargo, el gran dilema ahora es que vivimos un orden internacional donde la atomización del poder mundial está agudizando los enfrentamientos entre sus actores principales. Hoy, la presencia de múltiples potencias globales y regionales configura un sistema multipolar, que por definición y experiencia histórica tiende a ser más inestable que sus precedentes bipolar (EEUU-URSS) y unipolar (EEUU), respectivamente. Y, si eso no fuera poco, coexisten junto a los clásicos estados nacionales -crecientemente- diversas otras entidades no gubernamentales, desde organizaciones especializadas, ONGs, hasta grupos terroristas internacionales, cuyos perfiles pueden transgredir aún más las normas del derecho internacional.
En cuanto a la regla del equilibrio del poder, como base de la estabilidad y no conflictividad del orden internacional, cabría consignar que la hegemonía relativamente más benevolente de los EEUU, al menos en comparación con otros imperios colonialistas e ideológicos del pasado, se encuentra cuestionada en parte por una nueva superpotencia económica emergente (China) y por las acciones disruptivas aisladas de actores tanto globales (Rusia) como regionales (Irán), que sumados han revelado la sobre expansión imperial norteamericana.
La competencia china ha derivado en que Washington destine ingentes recursos para neutralizar su influencia política particular en el Indo-Pacífico y económica general en el resto del mundo. Por su parte, la agresión interminable de la totalitaria Rusia contra la democrática Ucrania, si bien ha fortalecido a la OTAN y reactualizado el rol de la Unión Europea en materia de seguridad, no está claro cuánto tiempo más norteamericanos y europeos estarán dispuestos a apoyar sine die a Kiev. A su vez, en la guerra Israel-Hamas, en cuyo trasfondo está la expansión regional de la teocrática y chiita Irán contra la sobrevivencia del estado judío (y el terrorismo versus el Estado Nacional), Washington está quedando aislado internacional y diplomáticamente debilitado por el alto costo humanitario de la ofensiva israelí en Gaza. Está por verse si el conflicto armado se extiende al Líbano y Siria o no.
Se agregan a todas estas convulsiones las situaciones internas de estados marcadas por elecciones cruciales. Una de las más importante y compleja son las próximas presidenciales en EE.UU., pues según las encuestas sostenidas en el tiempo, Trump, con su analfabetismo autoritario y populista, tiene una posibilidad real de volver a la Casa Blanca. Una victoria de Trump podría crear un vacío de poder en el mundo por el aislacionismo norteamericano y contribuir con ello, decididamente, a la inestabilidad global.
De toda esta maraña de intereses en juego, buscar y alcanzar una solución diplomática (pacífica) a las controversias en cuestión resulta a todas luces difícil, o bien, simplemente imposible, en el sentido de que impere la cordura entre los diversos actores en disputa y que ellos resulten incólumes en sus respectivas crisis: derrota de Ucrania (salida de Zelinsky) o el empate bélico y la caída de Putin; el exterminio de Hamas o la ampliación del conflicto del Medio Oriente; el retiro norteamericano o los avances del autoritarismo en desmedro de la democracia.
La gran pregunta de fondo es si el sistema multilateral en boga (de fines de la segunda guerra mundial) funciona o no en la actualidad y, en caso negativo, cuáles son las reformas urgentes que se requieren en la ONU, particularmente con respecto a su Consejo de Seguridad. Ese será el tema de nuestro próximo editorial (enero, 2024).