China: ¿una piedra en el zapato?

Columna
El Mostrador, 12.11.2023
Eduardo A. Santos Fuenzalida, experto en asuntos de comercio

A pocos días del viaje del presidente a China se desató un frenesí de opiniones acerca de la gira, algunas a favor y otras en contra, varias en apoyo de las declaraciones del presidente sobre los Derechos Humanos y -también- diversas “advertencias” y columnas “sugiriendo” no entrometerse en política interna de otros Estados. Me pareció insólito, pues cuando se trata de los países más chicos, el pedido siempre ha sido de “darles con todo”. Sin duda que todo esto era importante, pero nadie recordó mencionar nuestra creciente dependencia económica de China. Hoy, en una economía global que se rearticula y en que las potencias mundiales buscan “estar a la cabeza” de este proceso, las relaciones económicas internacionales, al igual que el comercio, son de la mayor importancia. No obstante, todo esto “pasa desapercibido” para el grueso de la población y, aunque poco se dice de ello, la influencia de China sigue creciendo. Y esta visita parece confirmarlo. Al respecto, es útil recordar que el comercio internacional, no es “neutro” y tienen importantes efectos en nuestro desarrollo, pero esto no se conversa.

Empecemos con lo último. Hace 20 años atrás, nuestras exportaciones al gigante asiático representaban menos del 9%. Hoy corresponden a casi el 38% -en lo fundamental, minerales, metales y recursos naturales- y cerca de un tercio del total de nuestro comercio es con China ¿Alguien cree que esto es sostenible en el mediano y largo plazo? Nos hace tremendamente vulnerables a presiones económicas y políticas del gigante asiático.

Si tienen alguna duda, sugiero ver la respuesta del Embajador de China a los comentarios del presidente sobre Derechos Humanos. También nos hace muy dependientes de cadenas de suministro que -como se vio durante la Pandemia del COVID- son muy vulnerables a las emergencias de cualquier tipo y con una huella de carbono que “da pena”. Ciertamente esto no es nuevo. Viene de administraciones anteriores y es resultado de la voraz necesidad de materias primas y recursos naturales de China. También por las preferencias de negocios de las empresas, pero -sobre todo- debido a la ausencia de políticas de Estado en materias de comercio. Básicamente, “se ha dejado hacer” y hemos preferido que el “mercado” estableciera las prioridades y las reglas. Y me pregunto ¿Estamos haciendo algo para modificar esta trágica situación? China ya ha declarado en numerosas ocasiones cuál es su “agenda global” y su embajada reitera con frecuencia, las prioridades respecto de Chile ¿Cuáles son las nuestras?

Se produjo mucho revuelo cuando se conoció que la ministra Vallejo viajaría a China, como parte de la delegación presidencial. Para mí, nada muy sorprendente. Sí me pareció noticia que la gira incluyera a seis ministros de Estado, en particular de Obras Públicas y de Transporte, pero no de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. También incluyó a la SUBREI, al director de ProChile, y la directora ejecutiva de InvestChile. No creo recordar giras con delegaciones tan “potentes”, menos aún en esta administración. Si estoy equivocado, me disculpo. Creo recordar que no fue así en la reunión de la OEA en Los Ángeles, ni en la reunión de CELAC en México o la Cumbre que siguió en Bruselas. Tampoco en la reciente visita a Naciones Unidas en Nueva York.

A pesar de los años de trabajo en el ámbito del Servicio Público exterior, no soy experto en los protocolos de la diplomacia, pero quedo con la impresión de que se quiso enviar una potente señal de “trabajar junto a China”, tanto en el ámbito de las relaciones bilaterales, como mostrar gran interés en, y de colaborar con China en el marco de sus “propuestas globales”, incluyendo la “Segunda Ruta de la Seda”. En varios de los Comunicados Oficiales o discurso se destaca el “orgullo” de estar presente, o ser parte de los eventos en las cuatro regiones visitadas.

Creo que nos “pasamos de rosca” ¿No es así? Por lo menos esa es la impresión que me dejó y no me sorprendería si eso es lo que piensan en Bruselas, en Washington D.C. y en las capitales de Latinoamérica. O ¿Es esta una acción “conversada” con nuestros vecinos? ¿Cuál será el próximo paso? ¿Solicitar el ingreso a los BRICS?

No estoy proponiendo “interrumpir” las relaciones económicas o comerciales con China. Eso sería ilusorio e inviable. No obstante, me preocupa -y mucho- la opacidad de la China actual y la “falta de transparencia” de los negocios en esa nación. ¿Se sabe cuál es el nivel real en que está involucrado el Estado en las empresas y/o en sus negocios? Lo dudo.

Tampoco puedo olvidar el pragmatismo de China luego del golpe militar en Chile, reconociendo a la dictadura de inmediato y expulsando gente de sus dependencias diplomáticas. Y no olvidemos que el Gobierno del presidente Allende fue el primero de occidente, en establecer relaciones diplomáticas con China. Con ese pragmatismo, no puedo dejar de preguntarme qué ocurrirá si mañana demandamos a CGE Distribución (de State Grid, empresa estatal, “by the way”), o la salmonera Australis, o la China Railway Construction Corporation (CRCC) presente en Chile con varios proyectos u otra empresa china, por el incumplimiento de normas, o si se genera algún altercado por las compras de minerales o, con otros compromisos.

¿Qué pasará con SINOVAC, por ejemplo? Creo saber que me contestarán: “lo mismo que con las empresas europeas, canadienses, estadounidenses, australianas o japonesas”. Correcto, excepto que, en estos últimos países funcionan todos los poderes del Estado, los tribunales operan con libertad y existe relativa transparencia económica, y con ellos no tenemos los niveles de dependencia, a los que estamos llegando con China.

Cuando están en juego los intereses económicos y comerciales globales, priman los intereses de las grandes potencias. Y en el evento de la Segunda Ruta de la Seda encabezado por China, eso era lo que estaba en juego: China busca consolidar su posición en el orden político y económico global emergente y necesita aliados. Mi interés es tener mayor claridad acerca de cuál es nuestra política de relaciones internacionales, qué prioridades tenemos en las relaciones económicas internacionales y el comercio, y qué lugar tiene China en este plan o estrategia, y si tenemos lugar para la Integración Regional. Las fotos con Xi, los comunicados de prensa y los discursos relativos a esta visita parecen indicar que nos estamos alejando cada vez más del “barrio”, y que América Latina -a pesar de las declaraciones en contrario- ya no es prioritaria. Los guiños de “ojitos”, y los apretones de mano en China, parecen mostrar la dirección de nuestras prioridades.

Es cierto que la incertidumbre política en América Latina no facilita los proyectos de integración regional. Ya hemos fallado. Sin embargo, el Canciller van Klaveren lo ha dicho: debemos “buscar aquellas áreas de convergencia en donde tenemos intereses comunes. Y a partir de esos intereses comunes” construir una integración que avance. Personalmente, creo que tenemos intereses comunes, en particular, en el sector agrícola y alimentario. Me declaro un firme partidario de la Integración Regional. Aspiro a mucho, pero soy realista y creo que debemos empezar por lo más básico y paso a paso.

Muchos países de la Región han mirado a Chile -y lo siguen haciendo- como ejemplo de política comercial a seguir, y es por ello que me parecen muy complicadas las “señales” que enviamos con la visita a China. Hemos hecho declaraciones acerca de cuál es “nuestro barrio”, y de que “juntos podremos salvarnos”. No obstante -en lo fundamental- terminamos actuando “por la nuestra” y seguimos en lo mismo. Con esta visita anunciamos al mundo entero, lo interesados y motivados que estamos con las“propuestas globales” de China. No me pareció encontrar el mismo entusiasmo con la Americas Partnership for Economic Prosperity de los Estados Unidos, anunciada por el presidente Biden en la Cumbre de Los Ángeles, pero ahora ya somos parte de esta “Alianza” y el presidente Boric viajó muy recientemente a la Cumbre inaugural en Washington D.C.

Tampoco me pareció verlo con una nueva agenda para las relaciones entre la UE y América Latina y el Caribe, la comunicación Conjunta al Parlamento Europeo y al Consejo, de la Unión Europea, difundida durante la Cumbre de la CELAC. Merecidamente, a mi juicio. Sin embargo, las “propuestas globales” de China -Construcción de la Franja y la Ruta, e Iniciativas para el Desarrollo Global y Seguridad Global- no son mucho mejores o más “sólidas”, excepto que hay más “billete” de por medio. ¿Es eso lo que buscamos? Tampoco hemos escuchado mucho acerca de la “Minerals Security Partnership” o de la Agenda Global de Inversiones de la UE. Como en el dicho: “Camarón que se duerme…” y parece que algunos ya se quedaron dormidos.

Veo todo esto con mucha tristeza. En lugar de buscar más aliados y diseñar una política de relaciones internacionales que nos permita “diversificar” la base de nuestros “socios”, pareciera que nos comprometemos más y más, en un proyecto de alto riesgo. Creí entender que Chile no se alinearía con los poderes globales y que intentaríamos mantener un equilibrio a través del multilateralismo. Bien, pero -al parecer-ello no está ocurriendo así y todo “pinta” a que nuestra dependencia económica y comercial del gigante asiático tenderá a acentuarse y consolidarse ¿Me equivoco? Además, así limitamos nuestra independencia política. Por ahora -y de acuerdo con los propios Comunicados oficiales- pareciera que nos debemos conformar con una “ChileWeek” simultánea en cuatro regiones (todo un récord), una decena de MoU y “acuerdos”, y un proyecto de inversión de unos $280 millones de dólares. Pero el énfasis de la relación con China seguirá siendo la exportación de recursos naturales (litio y cobre) y proyectos de infraestructura. Pregunto ¿Valió la pena todo este esfuerzo económico – político para algo que China hará con o sin nuestra Visita de Estado? Me refiero a la compra de nuestros recursos naturales. Los necesitan y vendrían a buscarlos, como ya ocurre.

El camino es otro. China no es la única opción que tenemos, pero pareciera que hemos olvidado al resto del universo y -en particular- a nuestro vecindario. Somos un país pequeño, no debemos olvidarlo y debemos buscar la integración regional.

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