Carta La Tercera, 28.08.2015 Fernando Orrego Vicuña
¿Cómo no compadecerse al ver a los miles de refugiados de Siria e Irak en Grecia, Macedonia y otros lugares de Europa?¿Y los centenares de ahogados en el Mediterráneo? ¿Y los 300 mil muertos en la guerra civil en Siria?¿Y los más de tres millones de refugiados en Jordania, Turquía o el Líbano? ¿Y los cristianos decapitados por el Estado Islámico?
Todo esto tiene una causa: la guerra civil en Siria. Comenzó con la “primavera” árabe y la rebelión de la mayoría sunita contra el Presidente Al Assad, un gobernante autoritario, como otros, pero bastante tolerante. Pareció que lo iban a derrotar en poco tiempo, pero no fue así. Entonces comenzó la intervención extranjera organizada por la CIA, financiada por Arabia Saudita y con la participación activa de Israel y Jordania.
Las armas comenzaron a llegar para los rebeldes, pero también llegaron de Europa miles de yihadistas partidarios de la guerra santa contra el “infiel”, los que accedieron a muchas de las armas importadas. Así nació el llamado Estado Islámico con toda su barbarie. Y los muertos y la destrucción crecían cada vez más. Es urgente que en Siria haya paz y reconstrucción para que los millones de refugiados puedan volver a sus hogares.
Para que el Estado Islámico sea derrotado por el ejército sirio es urgente convocar a una conferencia mundial. Y Chile no debe mirar al lado, que es lo más fácil. Debemos tener una política proactiva. No olvidemos al joven David y su piedrita.
