Embajador Contreras, Desatino diplomático no sancionado

Autor: Embajador Juan Salazar Sparks¹

A pesar de que algunos quisieran dar vuelta la página, creo que el episodio protagonizado por el embajador Contreras en Montevideo es muy serio y deplorable. Él no es un dirigente ni un comentarista político sino un representante oficial y su misión no consiste en explicar la contingencia nacional en Uruguay y, menos aún, promover la polarización entre los chilenos. El susodicho embajador representa a todo el país en la labor de acrecentar los vínculos entre Chile y Uruguay.

No menos deplorable fue el manejo del gobierno en este asunto. Primero, con gran aspaviento, ceño fruncido, y ademán autoritario ante los periodistas que cubrían la Cancillería, el ministro de la cartera -cual profesor que amonesta al estudiante- deploró las declaraciones en cuestión y llamó a informar al embajador para que diese explicaciones. A las pocas horas de su llegada al país, Contreras se retractó de sus acusaciones y pidió excusas a los empresarios y a la DC, a resultas de lo cual el Canciller lo ratificó en su cargo.

Las declaraciones extemporáneas de un embajador chileno en el extranjero han sido en el pasado objeto ya sea de su destitución o la renuncia. Sin embargo, ahora no ocurrió ni lo uno ni lo otro. Tras la aparente firmeza inicial del Canciller, el gobierno parece encubrir su debilidad ante el prospecto de sancionar a un militante del PC. A pesar de las irresponsables denuncias de Contreras, el gobierno ha aplicado un doble estándar.

Sin entrar a especular sobre las motivaciones políticas tras el caso, lo que realmente importa ahora son las consecuencias del mismo. El desatinado embajador no reúne las condiciones para el cargo y ha quedado desacreditado (o en una posición desmedrada) ante al gobierno uruguayo y los medios de ese país. Cuál será la reacción de los uruguayos cuando Contreras tenga que hacer una gestión delicada y compleja ante ellos? Lo tomarán como el representante oficial que indica su acreditación, o bien, como el portavoz de un partido influyente de la coalición de gobierno chileno.

Conforme a lo anterior, nuestro Canciller parece no entender todavía los riesgos implícitos en el nombramiento de políticos como embajadores (la circular para regular las declaraciones es tardía e innecesaria). Ellos suelen no tener experiencia en estas lides y creen representar más a sus partidos que al país. Pero, como cualquier otro funcionario público, son responsables de sus actos. De allí, entonces, que la falta de sanción cuando éstos se han pasado de la raya constituye un desprestigio para la diplomacia chilena.


 ¹ Cientista político y ex diplomático de carrera.-

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