Inmigrantes, a Ginebra

Columna
El Líbero, 20.02.2022
Andrés Montero J., ingeniero comercial (U. de Chile), director de la SNA y consejero de Sofofa

Un “prestigiado” profesor de Harvard, Ricardo Hausmann (venezolano), declaró en 2016 que Chile no crecía, pues tenía muchos chilenos y no estábamos abiertos a la inmigración. Hoy tenemos un 10% de inmigrantes del total de nuestra población, la mayoría ilegales, y Chile no crece. 

Considerando la grave crisis de inmigración ilegal que afecta al norte de Chile y también al resto de nuestro territorio, parece oportuno buscar nuevas fórmulas tendientes a solucionar el grave problema generado bajo el gobierno de Michelle Bachelet. Chile ya ha hecho una contribución monumental a la causa universal de los DDHH al acoger a cientos de miles de haitianos, primero, y a venezolanos después, al punto de acercarse a los dos millones de inmigrantes, lo que ha colapsado nuestro sistema de salud, habitacional y de seguridad interna. Lo que viene es derechamente el caos total.

Como pronto asumirá un gobierno de extrema izquierda que mantiene buenas relaciones con el sistema de Naciones Unidas y como además Chile cuenta con una importante personera en un cargo clave en Naciones Unidas, debemos explorar a Suiza -y a Ginebra específicamente- como destino de inmigrantes venezolanos. Como Michelle Bachelet habita en Ginebra y es muy respetada en su entorno, es el momento de acudir a ella para gestionar este redireccionamiento de inmigrantes desde la frontera norte de Chile hacia esa ciudad. Así como en Chile nos hemos llenado de carpas con inmigrantes en avenida Providencia, en el bandejón central de la Alameda y en muchos otros espacios públicos, la propuesta es que los parques de Ginebra acojan a los inmigrantes que Chile no puede acoger y que requieren espacio y ayuda. Parc Bertrand es enorme y tiene muchos árboles, Mon-Repos Park es otra alternativa a un contorno del lago Leman; Ariana Park, Parc Trembley, Parc de la Grange y Parc de la Perle du Lac son otras opciones para que inmigrantes venezolanos o haitianos sean recibidos inicialmente. Posteriormente, las autoridades suizas les podrían otorgar trabajo, educación, vivienda y salud gratuita.

Si vamos a hablar de desigualdades, seamos justos, y que el centro del poder haga su aporte real. Bachelet en campaña para altos cargos internacionales abrió la puerta y Piñera no la cerró, solo actuó intentando quedar bien con todo el mundo y no lo consiguió. Quienes defienden la inmigración ilegal en Chile son los mismos que defienden los gobiernos de Maduro, de Ortega y de Díaz-Canel (Castro).

No más doble estándar, no más cinismo. Chile no resiste más inmigración y veremos si el joven nuevo gobernante Boric así lo entiende. El sistema de Naciones Unidas, con sus miles de burócratas repartidos por el mundo, con un potente contingente bien remunerado en su filial chilena CEPAL, son cómplices activos de la debacle que enfrentamos hoy. Un “prestigiado” profesor de Harvard, Ricardo Hausmann, declaró en 2016 que Chile no crecía pues tenía muchos chilenos y no estábamos abiertos a la inmigración. Hoy tenemos un 10% de inmigrantes del total de nuestra población, la mayoría ilegales, y Chile no crece. Académicos y burócratas internacionales sentados en buenos sillones y con paquetes de remuneraciones robustos hablan y pontifican desde el desconocimiento del mundo real. Un llamado a Michelle Bachelet, dos veces presidenta de Chile, para que interceda con las autoridades suizas y podamos apoyar a todos esos inmigrantes necesitados para que puedan encontrar en Ginebra un nuevo y mejor destino para sus vidas.

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