Neruda y Vargas Llosa en Londres

Carta
El Mercurio, 03.10.2017
Alejandro Jara Lazcano, embajador (r)

En su interesante entrevista del sábado 30, Mario Vargas Llosa comenzó recordando el cumpleaños de Neruda celebrado en Londres en una barca surta en el río Támesis.

Yo también recuerdo ese evento. Corría el año 1968. Neruda, que se encontraba en la capital inglesa como invitado al Festival Internacional de la Poesía, cumplía 64 años de edad y, como evoca Vargas Llosa, el acontecimiento se celebró en un "lanchón", que era el "domicilio" del traductor de la poesía de Neruda, el poeta escocés Alastair Reid.

Vargas Llosa estaba con su señora, su madre y un poeta peruano cuyo nombre no recuerdo.

En un lugar de la barca, Neruda preparaba un aperitivo, fruto de su imaginación: champagne con una gran variedad de licores, jugo de naranja y un poco de hielo. Una bomba de excelente sabor.

El embajador Víctor Santa Cruz y señora no pudieron concurrir. Pero, presumo que sabiendo el componente básico del referido aperitivo, envió a Neruda unas botellas de fino champagne francés, acompañadas de una dedicatoria escrita en versos por él. Recuerdo que en uno de los pasajes de su poesía, después de aludir a los mortales para quienes transcurre el tiempo, Santa Cruz le dice al vate "pero tú, poeta, no tienes edad".

Por años conservé una copia de esos versos y un día los doné a la Fundación Pablo Neruda, donde deben estar a mejor recaudo.

Genial y osada la decisión del embajador Santa Cruz de enviarle un presente con una dedicatoria en versos a quien tres años más tarde sería consagrado Premio Nobel de Literatura.

Entre los episodios de ese día dignos de ser destacados, recuerdo aquel en que Vargas Llosa se queja ante Neruda de que hacía algunos días se habían publicado acerbas críticas en su contra. Neruda le responde: "No te preocupes, yo tengo un baúl lleno de críticas y ataques".

Fernando Debesa, dramaturgo, agregado cultural de la Embajada; yo, ministro consejero de la Misión, y María Elena Puga, mi señora, disfrutamos de ese evento y de la amena y cautivante charla con Mario Vargas Llosa, que algunos años más tarde también sería consagrado Premio Nobel de Literatura.

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