Carta La Tercera, 01.10.2017 Eduardo Rodríguez Guarachi, embajador (r)
Nadie podría poner en duda que una relación bilateral con Bolivia basada en la buena fe, en la confianza sólida y largamente construida y en el mutuo buen entendimiento, traería beneficios que nos han negado los febles y deteriorados vínculos hasta hoy existentes. Ciertamente, para que un esfuerzo de esta trascendencia tenga posibilidades de alcanzar resultados se debería avanzar con criterio y tino.
Hay que reconocer que el clima político no es el más favorable. Para emprender un diálogo productivo se requeriría de significativas mejoras en ese ámbito, y de la organización de equipos negociadores con perfiles profesionales, con visión de futuro y empoderados.
Otro aspecto es la obtención de la anuencia del Perú en lo que a este respecto se pudiese negociar. Sería indispensable considerar también la participación de un facilitador de alto nivel internacional que dé garantías de profundo conocimiento e imparcialidad.
Obviamente, estas hipotéticas gestiones diplomáticas se deberían dar en un marco de relaciones chileno-bolivianas más normalizadas. Por último, se requerirá de imaginación, prudencia y un mínimo de audacia.