Yolanda y su revolucionario Ministro de Exteriores

Columna
Republica, 13.06.2023
Inocencio F. Arias, embajador (r) y columnista español

En mi estancia en Estados Unidos cuando estaba en activo tuve que llevarme varios sofocones con Zapatero. Un día afirmaba él que la crisis era una falacia: “Vamos a seguir creando empleo y teniendo superávit” (Obama tuvo que despertarlo). Otro día retiraba precipitadamente las tropas españolas de Irak, que estaban en situación totalmente legal según la ONU, causando estupor e irritación en Estados Unidos, otro día afirmaba sin pudor que éramos “la octava potencia mundial y pronto superaremos a Francia como ya hemos hecho con Italia” (un colega francés me deslizó socarronamente, “Inocencio, ¿tu presidente es un soñador o vive en otro mundo?”)

Yo aguantaba el tipo, tragaba, defendía a Zapatero en lo que podía defenderlo recurriendo a algún tópico como que el presidente era optimista y que nuestra economía acababa de hacer algunos progresos. En mi fuero interno sabía que Zp daba una de cal, algo con sensatez, y otra de arena, una parida antológica, pero cuando esto último acaecía, lo que resultaba frecuente, no se me ocurría escribir con pseudónimo un artículo en el que fustigaba a nuestro gobierno o cuestionaba nuestro sistema constitucional.

El matutino ABC nos revela ahora que mi sucesor en la ONU lleva tiempo poniendo en tela de juicio, a veces zahiriendo, a la Constitución del 78, a la monarquía, a nuestra pertenencia a la OTAN e incluso abogando por el derecho de autodeterminación para cualquier parte de España.

Me pregunto lo que pensarán los dirigentes de Estados Unidos al conocer que el Embajador de España nada menos que en la ONU, aunque sea un desconocido, ve con idéntica responsabilidad a Estados Unidos y Rusia en la guerra de Ucrania, que la OTAN huele a agresión o que Guaidó no es más respetable que Maduro, al contrario, lo que implica que una parte esencial de la debacle de Venezuela y del exilio angustioso de varios millones de venezolanos recae en Washington y no en las políticas de Chaves-Maduro (Zapatero dixit).

También habrá llenado de perplejidad a gobiernos no sólo occidentales y a muchos de mis compañeros, que en numerosas Embajadas defienden la unidad de España, ver que su colega en la ONU tiene dudas al respecto. ¡En la ONU¡ Siempre he pensado que el gobierno de Sánchez sirve consciente o inconscientemente de caballo de Troya de los separatistas! Estamos ante un nuevo ejemplo. No hablamos del Embajador en Malawi sino del que nos defiende en el ágora más importante del planeta. ¿Con qué animo batalla en cualquier organismo internacional un cargo occidental que cree que la OTAN es nociva y que el referéndum separatista es poco menos que un derecho, aunque la Carta de la ONU exponga lo contrario?

Imagino que si Doña Yolanda, la sonrisa del régimen sanchista, pudiera nombraría a mi colega onusiano ministro de Exteriores. ¿Por qué no, si es novedoso, radical, anti-americano y le hastía la monarquía borbónica? Y yo me pregunto ¿Qué pensaría entonces Doña Yolanda y su flamante ministro si un embajador de España en un puesto relevante, pongamos en la paradisíaca y pacifista Rusia, escribe con un alias frases hirientes contra los herederos de Fidel Castro, desprecia a Putin y al líder chino, elogia a la francesa Le Pen, una fascista tóxica no como los miembros de Podemos tan intrínsecamente democráticos, y, si triunfara una república en España, ese Embajador hiciera ascos al presidente de la misma? Puedo inferir lo que pensaría y se lo que haría: cesaría al Embajador en horas veinticuatro y lo tendría en el pasillo unos ocho años. Y luego, si Yolanda, la creadora de la palabra “matria” en lugar de patria y la descubridora de la saudade, siguiera tiempo en el poder, ¡dios no lo quiera!, lo mandaría a purgarlo a un consulado pacífico donde no hiciera daño.

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