El Mundo post-pandemia: Los OOII, inútiles y contraproducentes

Columna
El País Digital, 28.04.2020
Enrique Subercaseaux M., ex diplomático y director Fundación Voz Nacional

Ya empiezan a salir los artículos sobre el “nuevo orden mundial”.  Se ha escrito tanto, y en tan variados registros, que el lector es excusado de estar confuso. Amarga poesía.

Las teorías conspirativas entretienen, pero no aclaran demasiado la película.  Siempre, al buscar explicaciones, es preferible irse por el camino mas fácil.  Lo obvio siempre contiene algún grado de verdad.

El presente de los organismos internacionales es distinto a su pasado.  Cumplieron un buen rol en su momento; pero, a medida que las burocracias fueron afianzando su poder, la cosa comenzó a distorsionarse, hasta el día de hoy, en que ellos están casi totalmente controlados por el progresismo internacional.  Y los resultados están a la vista.

El impulso hegemónico del progresismo data de 1990, con la caída del muro de Berlín, y refleja el afán de unos pocos de encontrar nuevos y bien remunerados trabajos.  De allí, y por esta motivación principal, nada bueno podía preverse.

A medida que sus ideas, o la carencia de ellas, se fue asentando en el seno de los mismos, la gestión comenzó a deteriorarse rápidamente. Existía una divergencia entre los fines particulares y los fines colectivos del organismo.  Con la llegada de asesores varios, por la misma época, dejo de existir el principio de responsabilidad administrativa.

Hoy, muchos ven en los organismos internacionales, en especial los pertenecientes al sistema de Naciones Unidas, una suerte de oráculo para nuestro futuro post-pandemia. Pero lo cierto es que la producción intelectual es casi nula, y de muy baja calidad. Al no existir ataduras de responsabilidad, es más fácil perseguir agendas propias o de tinte político, que rara vez se asientan en verdades mensurables.

Con liderazgo intelectual inexistente, se ha caído en el liderazgo político de la fuerza bruta, que es donde la izquierda campea a sus anchas.

El colectivo de funcionarios pertenece a un grupo que tiene muy pocos casos exitosos que exhibir en políticas públicas de renombre y de fuste, por lo que es casi imposible que ello se refleje en una creatividad multilateral beneficiosa.  Además, por la dinámica del trabajo, en general los documentos son preparados por funcionarios o/y asesores para la gloria de los jefes.  Detectándose muy poco pensamiento original. Mas bien repeticiones y variaciones de bases de datos (las propias) y de fuentes publicas como Wikipedia.  (a las pruebas nos remitimos).

El deficiente manejo de la presente pandemia, por parte de la OMS es prueba actual de todo esto. Y el deficiente manejo de la misma OMS durante la gripe aviar del 2002 confirma retroactivamente esta observación.  Me pregunto que habrán hecho entonces con los millones de vacunas que se fabricaron, y que no se usaron, en ese entonces.  La misma insistencia hoy en el tema vacunas….  Alguien gana y mucho con todo esto…

Mas allá de estos detalles de modalidad burocrática, la manera en que las diversas regiones del mundo han manejado el Covid-19 muestra que hay factores culturales y sociales que subrayan la diversidad del mundo.  Y que un conjunto de reglas parejas no solo no sirve, sino que es contraproducente. La diversidad continuará.

Asia que, en general, es la región que mejor ha manejado esta epidemia, difícilmente querrá ser manejada por los organismos internacionales. Hay modalidades sociales que tiene esta región que no pueden replicarse en el resto del mundo.  Además, a lo largo del tiempo, siempre ha mantenido una distancia prudente del sistema de Naciones Unidas. Participan, pero no acatan todo. Toman lo que les conviene y hacen valer su soberanía.

Abundando en el ámbito del manejo de la pandemia, examinando las distintas medidas y cursos de acción que se han tomado, es claro que no hay una formula única. Y no puede haberla por una razón muy simple: mucho de lo que se ha hecho se ha basado en el proceso de “trial and error”.  Esto y el pánico social, que es un peligro latente y que cualquier gobierno medianamente cuerdo intenta controlar. De allí el resurgimiento del autoritarismo en diversas latitudes.

Porque no hay nada mas autoritario que los confinamientos, o cuarentenas, obligatorias que hemos visto a diestra y siniestra.   La salida de la misma esta planteando muchas interrogantes a todos. Nos enfrentamos con el miedo. Miedo a lo desconocido. Lo cierto es que hoy no sabemos de donde vino el virus (no en el sentido literal), como se propaga y como se extingue.  Hay un ciclo que desconocemos.  Y este miedo hace que el diseño de políticas y cursos de acción sean mucho más complejos.

A lo que se añade que, en algunas latitudes, no todas, la clase política quiere, y ya lo hace, sacar provecho político de la crisis.

Crisis doble. De salud pública y económica.

La económica será aun mas compleja, y es donde el sistema de Naciones Unidas tiene menos que ofrecer.

Si nos ceñimos al récord paupérrimo de la CEPAL en nuestra región, el panorama es desolador.  Este organismo, completamente controlado por el progresismo, refleja a cabalidad todo lo malo en políticas públicas regionales, y el porqué del péndulo político que se desplaza locamente en los ciclos eleccionarios.

Aprovechamiento de bases de poder, juego político utilizando formulas añejas son las reglas del juego.  Afortunadamente las poblaciones están despertando. Esta surgiendo una nueva sociedad civil, más contestataria y más creativa, que podrá presentar alternativas.  Abrir el espacio para ello es el gran dilema y el gran desafío en los años venideros.

En cuanto a los organismos internacionales, mientras ellos representen la torre de babel del progresismo internacional, poco o nada tienen que ofrecer.

En un mundo con mayores y mas severas restricciones económicas, que es lo que se nos viene encima, la sociedad comprenderá que no esta el horno para bollos. Los lujos de la charlatanería ideológica serán cosa del pasado.

Asia así lo ha entendido. Europa y Norteamérica lo entenderán en el momento en que se den cuenta como se han malgastado los miles de millones de sus impuestos, en engordar y mantener una burocracia cuyo accionar ha sido contraproducente y que hoy es un lujo prescindible.

Basten dos ejemplos: la inutilidad del apoyo por tantos años a Cuba y Venezuela, con todo el daño que estos han causado al mundo y a la región.  Y el despilfarro en las ayudas y planes de cooperación a la región africana, donde no hay casi ningún ejemplo de éxito. Todo lo contrario: pobreza, abyección y una bomba migratoria de casi imposible manejo.

Insistir entonces, como muchos lo hacen, en que Naciones Unidas y sus satélites son la solución, y que ellos podrán reordenar el tablero no es sólo desconocer la historia reciente de su propio trabajo fallido sino, lo que es mas grave, es la magnificación geométrica de la gran batalla del siglo XXI: la lucha de la verdad contra la mentira.

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