Cumbre en la Amazonía

Columna
La Tercera, 10.08.2023
Carolina Valdivia T., abogada, exsubsecretaria de RREE e investigadora del CEP

La cuenca del Amazonas abarca un territorio de 6,2 millones de kilómetros cuadrados. Se extiende sobre Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Venezuela y Guyana francesa. El bosque amazónico se expande sobre el 40% del continente sudamericano, constituyendo la selva tropical más grande del planeta. Esta selva alberga la mayor biodiversidad del mundo, el 20% del agua dulce y el 20% de su flora y fauna. La majestuosidad del “gran Río” es, simplemente, sobrecogedora, y su conservación y desarrollo sustentable es, además, esencial para la supervivencia de la tierra.

Dado que el río Amazonas atraviesa distintas soberanías, en 1978, los países amazónicos decidieron darle una gobernanza especial a través del Tratado para la Cooperación Amazónica (OTCA). Si bien es una organización intergubernamental antigua, hasta ahora había sido apenas considerada. En sus 45 años de funcionamiento, se habían celebrado solo dos cumbres de alto nivel, la última de ellas, en 2009.

Producto del renovado impulso que Lula busca dar a su política exterior, despercudiéndose del bolsonarismo y enfocándose en el cambio climático, este martes se celebró en Belem do Para, la tercera cumbre de la OTCA. Cinco de los ocho países miembros participaron a nivel de presidentes, algo inédito en la historia de la organización. Asimismo, la reunión contó con la presencia de los presidentes de la COP28 y del BID. Tal es la relevancia que se dio a este encuentro que, inclusive, el Congreso peruano autorizó a la presidenta Boluarte para viajar a Belem, transformándose en su primera actividad internacional.

La cumbre se planteó dos grandes objetivos. El desarrollo económico sustentable y la deforestación y la extracción de petróleo, estos dos últimos como elementos indisolublemente unidos. Sin embargo, se volvieron a reflejar las contradicciones del multilateralismo climático, inclusive ante gobernantes que sintonizan en sus ideologías políticas. Por un lado, la Colombia de Petro hizo un llamamiento a paralizar la explotación del crudo en la desembocadura del Amazonas, mientras que Brasil evitó comprometerse. Es más, durante la cumbre, Petrobras -la gigante petrolera brasileña y primer productor de la región- suscribió acuerdos con Bolivia para el suministro de gas y exploración de yacimientos de hidrocarburos.

Un resultado interesante fue la creación de un centro para la cooperación interestatal contra el crimen organizado transnacional. Este punto es clave, dado que conforme al Banco Mundial los gobiernos pierden de 7 a 12 mil millones de dólares en ingresos fiscales anuales debido a la tala ilegal de madera y otras ilicitudes ambientales.

Al estar alejado de la cuenca del Amazonas, Chile no es parte del OTCA. Sin embargo, sería interesante considerar ser estado observador de este organismo. Ello permitiría alinear nuestros compromisos climáticos de cara a la COP28 y otros foros ambientales, buscando el tan discurseado, pero escasamente existente, consenso sudamericano.

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